El índice temperatura/humedad, ITH o THI por sus siglas en inglés, es un cálculo que implica la temperatura ambiental y la humedad relativa del entorno de los animales. El valor resultante indica la sensación térmica, que aumenta cuanto mayor sea la humedad. Las vacas son animales que empiezan a sufrir estrés por calor a partir de un THI más bajo que otras especies ganaderas.
La temperatura crítica superior y la temperatura crítica inferior de cada especie son valores que definen su rango de confort térmico, pero no tienen en cuenta la humedad. Gracias al THI podemos aproximarnos mucho más a la sensación real que perciben nuestros animales.
La luz directa del sol hace que los animales reciban más calor directamente por la radiación solar. Es muy importante que los animales no estabulados dispongan de áreas de sombra.
Hay varias fórmulas para calcular el THI, pero los resultados entre ellas varían poco y todos los estudiosos llegan a la misma conclusión sobre cuándo las vacas empiezan a sufrir estrés térmico:a partir de un THI de 72. Esto puede equivaler a 23 ºC de temperatura ambiente a 90% de humedad, a 25 ºC si la humedad es mayor del 70% o a partir de 29 ºC con un 20% de humedad. El calor empieza a ser realmente peligroso a partir de 27 ºC con un 80% de humedad, 29 ºC con un 60% de humedad o 33 ºC y un 30% de humedad, y puede llegar a ser letal a partir de 33 ºC y un 90% de humedad, 37 ºC y un 70% de humedad o 41 ºC y un 40% de humedad.
THI = 0,8 x Tª ambiente + Humedad relativa del aire/100 x (Tª ambiente – 14,3) + 46,4
Reducir la humedad de un 80% a un 30% hace que el límite de la temperatura “peligrosa” para las vacas aumente 6 grados, de 27 ºC a 33 ºC; este dato ilustra de forma muy clara el impacto que tiene la humedad sobre la sensación térmica. Sin embargo, niveles de humedad muy bajos tampoco son buenos, ya que se forma más polvo, que irrita y reseca las vías respiratorias de los animales, haciéndolos más susceptibles a sufrir infecciones.
Algunas especies tienen un rango de tolerancia térmica más amplio que otras, tanto por abajo (frío moderado a extremo) como por arriba (calor moderado a extremo). La especie bovina destaca por soportar un THI máximo relativamente bajo comparado con otras especies de animales de ganadería. Esto significa que, en condiciones de calor y humedad moderados, el estrés térmico que sufrirán, el discomfort y las consecuencias serán notables. Además, las vacas de leche son aún más susceptibles al estrés térmico, y esta sensibilidad aumenta cuanto más productivas son.
Las vacas, ovejas y cabras son animales de sangre caliente homeotermos, es decir, que regulan su temperatura corporal a través de mecanismos metabólicos de gasto y ahorro de energía y mecanismos de pérdida de calor mediante el agua de su cuerpo (a través de sus deyecciones o del sudor, mediante el aire espirado en el jadeo), liberando calor por la piel, por contacto con superficies frías…
Si los animales superan su límite de THI, empieza a aumentar su temperatura interna, ya que no son capaces de disiparla o reducirla mediante sus mecanismos habituales. En el caso de las vacas, a partir de los 25 ºC empiezan a tener dificultades para refrescarse, y su temperatura interna va aumentando. Se produce un daño celular, similar a cuando se tiene fiebre, que puede desembocar en la muerte del animal.
Las repercusiones del estrés por calor en el ganado vacuno son múltiples, y afectan gravemente a la rentabilidad de la explotación:
Se ha observado experimentalmente que, en zonas calurosas, los celos son más cortos, hasta un 71% de las vacas presentan celos de menos de 4 horas. La mayoría de las vacas tienen celos de menos de 7 horas, en comparación con el 35% en situaciones sin estrés térmico.
El estrés por calor puede darse al aire libre, pero es menos habitual que llegue a extremos, ya que la humedad ambiental no suele alcanzar puntos peligrosos. Mientras los animales dispongan de sombra suficiente y acceso a agua, a ser posible fresca, es muy raro que sufran daños graves. Las situaciones en las que el THI sube a niveles de riesgo son principalmente el transporte y la estabulación. Cuando hay muchos animales reunidos en un mismo espacio, a la humedad “meteorológica” se suma la humedad de la transpiración de los animales y sus deyecciones, pudiendo alcanzar niveles del 80-90%.
Para evitar esta acumulación excesiva de humedad es muy importante un buen sistema de ventilación, adecuado al clima, a la época del año, a los vientos dominantes de la zona, etc. Estudiaremos en profundidad las opciones disponibles de ventilación en granjas en el artículo “Sistemas de enfriamiento: ventilación forzada”.
Otras medidas que podemos tomar en nuestras granjas para evitar el estrés térmico se centran en reducir la producción de calor de los animales, especialmente en la digestión. En el rumen, con la fermentación bacteriana de los nutrientes, se produce mucha energía calorífica. Dependiendo de la composición de la dieta, esta energía es mayor o menor, y subirá en mayor o menor medida el calor interno del animal, que se suma al calor ambiental y agrava el estrés por calor.
Las dietas ricas en forrajes verdes y nutritivos, carbohidratos de rápida fermentación, grasas u otros nutrientes que no se fermentan en el rumen, sino que pasan rápido al intestino delgado son alimentos que producen menos calor al digerirse.
Por el contrario, los alimentos ricos en carbohidratos de lenta liberación, forrajes maduros más leñosos y, en general, cualquier vegetal con alta proporción de lignina, producen más calor al digerirse ya que pasan más tiempo en el rumen fermentando y producen más proporción de ácido acético, liberándose más calor.
Como ya hemos dicho, en situaciones de estrés por calor los animales ingieren menos materia seca y pueden estar infraalimentados, especialmente si se trata de vacas lecheras de alta producción. Perderán condición corporal y productividad. Los alimentos que aportan menos calor al animal cumplen entonces una doble función, ya que además proporcionan más nutrientes en menor volumen de alimento.
Sin embargo, no debemos olvidar que las vacas son rumiantes, cuya dieta debe basarse en forrajes con un aporte equilibrado de fibra, de lo contrario aparecerán casos de acidosis y otras patologías.