En el sector primario, cuando se habla de una explotación de ganadería mixta podemos estar refiriéndonos a tres formas distintas de combinaciones productivas: una, que se refiere a la unificación de las actividades agrícola y ganadera, y las otras dos, ganaderías mixtas, que se refieren a los sistemas de cría de ganado en función de su especie y sus aptitudes.
Explotaciones que integran agricultura y ganadería. Son una muy buena manera de poner en práctica la economía circular y hacer ambas producciones más sostenibles: la producción agrícola destina sus subproductos (por ejemplo, rastrojos) a la alimentación de los animales, y las heces de los animales se emplean para producir estiércol y fertilizar el campo.
Granjas con producciones mixtas, cuyos animales (ovino, caprino o vacuno) se destinan a la producción tanto de carne como de leche. Implica una menor especialización de la producción, el personal y las instalaciones, pero permite obtener ingresos de dos fuentes. No todas las explotaciones lecheras se pueden considerar de producción mixta, pese a que todas vendan crías; la lactación y parte del engorde ha de hacerse en la misma explotación.
Explotaciones en las que se crían juntos animales de diferentes especies. En el caso de los rumiantes, es bastante típico mezclar tipos de ganado, sobre todo en sistemas extensivos y de tamaño pequeño o mediano.
Hace 50 años era habitual que en los pueblos cada familia tuviera más o menos tierras de cultivo y una pequeña variedad de animales domésticos (uno o dos cerdos, diez o quince gallinas, una vaca, seis o siete ovejas o cabras…) de los que se aprovechaba todo producto que se lograra obtener. En cambio ahora, tras décadas de tecnificación y profesionalización del sector, España y, en general, los países desarrollados, se caracterizan por poseer unas explotaciones agrícolas y ganaderas muy especializadas.
Veamos a continuación algunos aspectos a tener en cuenta cuando hablamos de ganadería mixta.
Montar una granja requiere una elevada inversión inicial, y las instalaciones serán distintas dependiendo de los animales que se quiera criar y de su orientación productiva. Por ello, en la mayoría de los casos es difícil encontrar ganaderías mixtas como sistema productivo.
En granjas de vacas Holstein o cabras Saanen, “superlecheras”, y ovejas Texel o vacas Limusinas, “supercárnicas”, la especialización y la intensividad permiten exprimir al máximo las cualidades y el potencial genético de estos animales, y no tiene sentido perder tiempo y recursos y complicar el manejo para obtener producciones mixtas, cuyo valor en el mercado no compensa los citados inconvenientes.
El caso contrario ocurre con las razas autóctonas españolas con aptitudes mixtas. Al no ser razas tan seleccionadas y especializadas en un tipo de producción, tienen la ventaja (y la desventaja) de que tienen producciones aceptables de ambos tipos, cárnica y lechera, pero sin destacar en ninguna. Centrarse en un solo tipo de producto puede disminuir la rentabilidad potencial de la explotación. La inversión inicial, al no tratarse de granjas tan industriales, es menor, y permite diversificar la producción. Las explotaciones extensivas son las que requieren menos inversión inicial y tienen el menor coste en alimentación durante la vida de los animales, por lo que es donde con más frecuencia encontraremos explotaciones mixtas de este tipo.
Entendiendo como ganadería mixta la mezcla de especies animales, el lugar en el que es más común en España es en las zonas de dehesa, un bosque prácticamente de secano, típicamente mediterráneo, que se encuentra entre Portugal y España, en las regiones de Andalucía, Extremadura, Castilla La Mancha y Castilla y León. En esas tierras en las que predomina el sistema de producción extensivo, la ganadería mixta es habitual, principalmente, de ovino con vacuno. También es relativamente frecuente en toda España la ganadería mixta de ovino y caprino de carne, ya que al ser animales más similares su manejo no es tan distinto.
La mayor complicación a la hora de criar diferentes especies es que sus necesidades de manejo son distintas, especialmente en cuanto a la alimentación. Por ejemplo, los bovinos consumen proporcionalmente cantidades mucho mayores de cereales y concentrados energéticos que ovinos o caprinos, que requieren más forrajes. Además, el calendario productivo, reproductivo y sanitario se complica, y puede ocurrir que se contagien enfermedades entre sí que habitualmente no alcanzarían a la otra especie.
La ganadería mixta, además de sus beneficios económicos derivados de la diversificación productiva, puede tener beneficios medioambientales. Según algunos artículos sobre la práctica de la ganadería mixta en lugares de Argentina, donde el pastoreo conjunto de ovino y vacuno es algo habitual, se asegura que dicho pastoreo mixto evita la degradación del suelo, preserva la vegetación y, además, puede aumentar la producción de carne en ambos tipos de ganadería.