El estrés térmico es el malestar que se produce en un ser vivo cuando su temperatura interna se desplaza fuera de los límites normales para su especie. En el caso de los animales de producción, cuando hablamos de estrés térmico generalmente nos referimos al estrés por calor.
¿Por qué las ovejas son tan sensibles al calor?
La temperatura corporal interna depende fundamentalmente de la temperatura del medio externo, pero también está influida en gran medida por la capacidad del animal para autorregularse. La especie ovina es particularmente sensible al estrés por calor ya que los mecanismos que emplea para la liberación de calor interno son poco eficaces. Estas limitaciones fisiológicas se deben a dos factores clave:
- Presentan una cantidad muy limitada de glándulas sudoríparas. El sudor es uno de los mejores mecanismos para desprenderse de calor interno excesivo, ya que el agua excretada se lleva consigo mucha energía calorífica al evaporarse. El jadeo es otro mecanismo que comparte el mismo fundamento, si bien de forma menos eficaz, y es al que las ovejas más recurren, aunque no de forma tan eficiente como por ejemplo los perros.
- La lana actúa como un aislante térmico. Esto, si bien puede ser útil en fases iniciales de exposición a altas temperaturas, rápidamente se convierte en un inconveniente. El aislamiento impide que el calor interno se disipe a través de la piel correctamente al bloquear el contacto con el aire y el viento. Lógicamente, los animales esquilados y las razas de pelo evitan este problema.
El resultado es que la temperatura interna de la oveja aumenta por ser incapaz de liberar el calor acumulado.
Si observamos una oveja padeciendo estrés por calor con una cámara térmica veremos que las zonas con mayor temperatura superficial son las zonas desprovistas de lana: la cabeza, el vientre, la ubre y las extremidades. A través de la piel de estas áreas el animal podrá liberar parte de su calor interno.
Las consecuencias del estrés por calor no se hacen esperar
El estrés por calor supone una disminución clarísima en la productividad de los animales, especialmente los lecheros. En primer lugar, se produce un brusco descenso en la ingesta de alimento a lo largo del día, pudiendo llegar a causar pérdidas de condición corporal. Las hembras en lactación generan menos leche, los fetos gestantes crecen peor y los corderos se engordan menos. Además, el estrés por calor debilita el sistema inmunológico, de forma que los animales son más susceptibles a desarrollar enfermedades y a que estas sean más graves.
La inapetencia provocada por el estrés por calor causa, además de pérdidas productivas directas, pérdidas indirectas. Empeora los índices reproductivos, tanto de machos como de hembras. En los carneros, desciende la fertilidad al disminuir la calidad del semen y el desempeño sexual (libido, actitud de monta, capacidades físicas…). En las hembras, el estrés térmico puede alterar los procesos hormonales y desequilibrar el ciclo estral.
También impide que se lleven a cabo técnicas de manejo reproductivo, como el flushing. El flushing consiste en proporcionar a las hembras una dieta más energética antes de la época de cubriciones para aumentar su condición corporal, y con ella, las probabilidades de éxito de la fecundación. Si los animales sometidos a estrés térmico no comen, el flushing resulta imposible.
La temperatura es importante, pero no es lo único que influye
El estrés térmico empieza a aparecer alrededor de los 27-30 ºC, y es motivo de preocupación por el empeoramiento en el bienestar de los animales y su productividad. Cuando la temperatura externa alcanza los 38-40 ºC puede haber riesgo de muerte. Sin embargo, la temperatura no es lo único que debemos vigilar cuando hablamos de estrés por calor. Otros factores externos mejoran o empeoran la situación:
- La humedad ambiental es un factor crucial, ya que favorece o dificulta la sudoración que, como hemos visto, de por sí es muy limitada en la especie ovina. Por lo general, en nuestro país la humedad ambiental al aire libre en verano no es muy alta, lo cual favorece que las ovejas toleren mejor las altas temperaturas y raramente el estrés térmico llegue a puntos letales. En cambio, en el interior de establos cerrados o de camiones de transporte la humedad puede aumentar mucho, y es en estos casos en los que se producen muertes por golpes de calor.
El índice temperatura/humedad o THI refleja la relación entre ambos parámetros y su impacto sobre la sensación térmica y el bienestar de los animales. Cada especie animal tiene su rango de THI donde sufre estrés térmico moderado, severo y potencialmente mortal.
- Ventilación/velocidad del aire en el interior de las instalaciones, o presencia de viento en condiciones de no estabulación. El aire en movimiento recoge el calor de la piel del animal. Además, en condiciones de estabulación o en el interior de camiones de transporte, la ventilación también ayuda a evacuar el exceso de humedad.
- El hacinamiento está relacionado con temperatura, humedad y ventilación. El calor emitido por los animales contribuirá a aumentar la temperatura, el vapor de la sudoración y el jadeo aumentará la humedad ambiental y una elevada densidad de animales impide el contacto de su piel con el aire fresco.
- En exteriores, la disponibilidad de sombra es muy importante, ya que la radiación solar directa eleva la temperatura interna del animal aún más. Además, evita las quemaduras por el sol.
- Acceso a agua fresca, para refrescarse, hidratarse y disponer de líquido para poder sudar y jadear. De lo contrario, estos mecanismos se entorpecen aún más, y al estrés térmico se le añade la deshidratación.
- Durante la digestión (especialmente de alimentos con mucha fibra) aumenta la producción de calor interno, que se suma al calor acumulado. Por eso, una de las estrategias que se recomiendan para el manejo del estrés térmico es dar de comer a horas en las que el calor disminuya, a partir del atardecer.
Sobre todos estos condicionantes podemos intervenir con medidas de manejo o de mejoras en las instalaciones, y así ayudar a disminuir el estrés por calor y sus consecuencias. Los índices productivos y reproductivos de nuestra explotación reflejarán el éxito de estas estrategias.
Acerca del autor
Javier Acosta Ledesma
Licenciado en Veterinaria por la Universidad de Extremadura, ha trabajado durante 5 años como veterinario de ADS y clínica de animales de compañía. Los últimos 9 años ha desarrollado su profesión en Ceva Salud Animal primero como responsable de zona en el sur de España y actualmente como técnico de pequeños rumiantes a nivel nacional. Su pasión siempre ha sido cuidar a los animales de granja y todo lo relacionado con el sector cinegético.
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