Ya en 1958 Fernández definió el ordeño mecánico eficaz como “el que, con mínima caída de pezoneras, permite un vaciado lo más completo posible de la ubre sin alteración de su estado sanitario”. ¿Cómo podemos alcanzar este objetivo? Para lograrlo, primero hay que conocer en qué consiste el proceso del ordeño mecánico en pequeños rumiantes, qué factores están involucrados y cuáles son las recomendaciones de los expertos al respecto.
Hasta hace no tanto, en la ganadería lechera de pequeños rumiantes todavía se ordeñaba a mano. En 1996 solo un 40% de las explotaciones españolas habían implementado el ordeño mecánico. Pero desde entonces hasta ahora han cambiado muchas cosas.
Antes, un ordeñador con experiencia podía tardar entre 3 y 5 minutos en ordeñar a cada hembra en lactación, a la que previamente debía localizar, desplazar e inmovilizar, para a continuación liberarla y comenzar con la siguiente. Los primeros sistemas de ordeño mecánico se construyeron a imagen y semejanza de los diseños para ganado vacuno, y debido a ello tenían muchos defectos. Las modificaciones de las pezoneras, los colectores, los parámetros de vacío y pulsación, los tiempos… Todo ello se ha ido mejorando con los años, y hoy en día el ordeño mecánico en nuestro país está totalmente instaurado en ovino y caprino lechero.
Simultáneamente al desarrollo de las máquinas de ordeño se ha producido la evolución de los sistemas de enfriamiento de la leche. Los más antiguos, los enfriadores de cántaras, sumergían los recipientes contenedores en grandes cubos de agua fría. Previamente, no era inhabitual añadir agua oxigenada tras el ordeño para minimizar la proliferación bacteriana, pero esto empeoraba las propiedades queseras. Finalmente, con la llegada de la electricidad a todos los rincones de la España rural, se generalizaron los tanques de enfriamiento, y algo después llegaron los sistemas de tuberías que llevan la leche desde las pezoneras al tanque evitando toda manipulación humana y minimizando la contaminación por patógenos ambientales.
Las ovejas y cabras en lactación se ordeñan, en principio, dos veces al día. Esta frecuencia exige que la experiencia no sea en absoluto desagradable, dolorosa o traumática, ya que entonces costará más desplazar a los animales y el nivel alto de estrés causará la liberación de adrenalina. El estrés y la adrenalina son contrarios a la producción de oxitocina, la hormona que se produce cuando la hembra está relajada y estimulada para que la leche baje y favorecer el ordeño.
Las máquinas de ordeño actuales constan de dos pezoneras de goma o silicona, que se ajustan a los pezones, conectadas a dos sistemas: uno, el sistema de aire para hacer el vacío, y dos, el sistema de recolección y transporte de la leche al tanque de refrigeración. Para que el ordeño mecánico se realice correctamente todos los componentes del sistema deben encontrarse en perfectas condiciones. El sistema de vacío cuenta con varios elementos tecnológicos, cuyos valores hay que ajustar en función de la especie, la raza y la capacidad productiva del rebaño. En particular, los parámetros que podemos variar son el nivel de vacío, la frecuencia de pulsación y la relación de tiempo de succión y masaje en cada pulsación. La bomba de vacío es el aparato que más energía consume de la granja, por encima del tanque de enfriamiento: más del 40% del gasto eléctrico diario.
La disminución del peso de las unidades de ordeño ha permitido reducir el nivel de vacío necesario para que las pezoneras no se caigan, lo que resulta en una mayor integridad de los pezones y mayor sanidad de la ubre. Los valores recomendados para la especie ovina son de 35-37 kPa de nivel de vacío, dependiendo de la línea, 150-180 pulsaciones por minuto y una relación de tiempos del 60:40. La especie caprina tiene la ubre más dura y es necesario ejercer un vacío mayor para extraer la leche correctamente: 38-42 kPa, 90-120 ppm y una relación 60:40. El mantenimiento consistente y fiable de estos valores es crucial para lograr un ordeño exitoso y evitar lesiones a la ubre y el aumento la incidencia de mastitis.
El tiempo de ordeño mecánico varía enormemente dependiendo de la raza y su nivel productivo. En razas de alta producción y más seleccionadas para el ordeño mecánico, como la Assaf o la Lacaune, el tiempo medio de ordeño es de 2,5 minutos sin que apenas quede leche residual que haga necesario repasar. En razas menos productivas el tiempo oscila más entre los 1,5 y 2 minutos, la pezonera se desprende cuando detecta un flujo de leche bajo y es más habitual que sea necesario hacer un repaso para acabar de extraer los últimos chorros (la tendencia actual es eliminar, si es posible, los repasos).
El funcionamiento del sistema de ordeño mecánico debe ser revisado diariamente para comprobar que los parámetros se vacío y pulsación se mantienen en el rango deseado.
En todos los países industrializados el ordeño mecánico es mayoritario, y el ordeño manual queda como algo anecdótico en ciertas explotaciones muy concretas. En España se seguía utilizando el ordeño manual hasta que se produjo un cambio en la industria, con un palpable giro hacia la intensificación. Castilla y León, la comunidad autónoma con mayores producciones de leche de oveja, es el ejemplo más notable: la implantación de la raza de origen israelí Assaf, de alta producción, y el aumento de cabezas por granja hacen imprescindible una mayor inversión en las salas de ordeño, pero también permiten obtener mayores producciones y rentabilizar esta inversión.
Paralelamente, tenemos el caso de la oveja Manchega, una raza autóctona y rústica, con buenas producciones lecheras, pero muy lejos de las de la Assaf. Es más habitual encontrar granjas más pequeñas que crían esta raza en condiciones extensivas o semiextensivas con sistemas de ordeño menos modernos. Esto no impide que el queso Manchego suponga el 60% de todo el queso con DOP que se produce en nuestro país. Ovejas como la Manchega, menos productivas, permiten realizar un solo ordeño diario a partir de la mitad de la lactación, con lo que el ganadero gana calidad de vida sin apenas afectar negativamente a la productividad ni a la salud de la ubre.
En resumen, el ordeño mecánico tiene grandes ventajas: ha supuesto un ahorro para las explotaciones lecheras en tiempo y mano de obra, además de reducir la contaminación biológica de la leche (microorganismos y materiales gruesos), la incidencia de mastitis y, con ello, el uso de antibióticos.