Los rediles se diseñan para proporcionar cobijo al ganado frente a las condiciones adversas de la intemperie, además de protegerlo de los depredadores. De esta forma, cuando damos acceso a los ovinos o caprinos a los rediles, están confortables y cubrimos sus necesidades de protección, se facilita su alimentación, su manejo y contribuimos a aumentar su producción.
Un redil, también llamado aprisco, es una instalación ganadera en la que se aloja al ganado ovino. Si una explotación es mixta, los ovinos y los caprinos no deben compartir los rediles y se tienen que separar.
Un redil está diseñado expresamente para cubrir las necesidades de refugio de los animales, facilitar el manejo y suministrar alimentación.
Para diseñar y construir correctamente un redil hay que tener en cuenta estos factores:
Los rediles permiten tener controlados a los animales y evitan que se dispersen. Si los dejamos sin supervisar en una zona que sea conocida y esté acotada pero que permite fugas, pueden sufrir o provocar accidentes o caer presa de depredadores.
El diseño actual más frecuente de un redil tiene forma de nave diáfana en la que se hacen divisiones internas según las necesidades de cada explotación. Estas separaciones pueden ser temporales o permanentes.
Las divisiones temporales se construyen utilizando vallas móviles como las teleras o comederos portátiles, que permiten agrupar a los animales en lotes. Las explotaciones que utilizan sistemas de producción en extensivo son las que más suelen recurrir a este tipo de rediles, especialmente para alojar a los animales durante la noche a salvo de los depredadores, durante las parideras, para animales enfermos, en los días en los que el tiempo es demasiado extremo y no pueden salir a pastar o necesitan suplementación, o durante el esquileo. También se pueden utilizar rediles portátiles desmontables de diferentes diseños, para acompañar a los rebaños si necesitan desplazarse largas distancias, como durante la trashumancia.
Si las naves requieren divisiones permanentes, estas se harán con muros construidos con material metálico (rejas o vallas) o muros de obra o chapa, pero siempre es importante respetar la densidad de animales alojados. Son las que se utilizan en los sistemas de producción intensivos, donde los ovinos están en estabulación permanente. Algunos ejemplos de estas instalaciones son los cebaderos de corderos o las instalaciones de ovino o caprino lechero de alta producción, que cuentan con sala de ordeño.
Si el ganado está pastando en prados abiertos se pueden acotar estas zonas mediante el uso de pastores eléctricos para proteger a los animales y también evitar que salgan y puedan provocar daños.
Según su construcción, los rediles pueden ser de varios tipos:
Es fundamental que el redil esté bien diseñado
En este enlace se puede consultar más información sobre la construcción de rediles. Un redil correctamente diseñado debe tener las características e incluir los elementos que se comentan a continuación:
Corrales para ovejas con suficiente espacio para los animales.
Los materiales de construcción deben aislar del frío y el calor, manteniendo una temperatura ideal de 8-15 ºC, sin llegar a superar los 25 ºC, y una humedad del 60-80%. Las naves deben permitir una ventilación adecuada para que no se acumulen gases nocivos que pueden provocar enfermedades respiratorias.
Los suelos suelen ser de tierra batida con cama caliente (a base de paja), que permiten el drenaje de la humedad y la limpieza. También pueden ser de hormigón que son fáciles de limpiar con agua a presión y cepillado, aunque son más abrasivos para las pezuñas e incómodos para tumbarse.
La zona de entrada y salida debe ser muy amplia, para evitar que los animales se agolpen o se produzcan avalanchas y lesiones si se asustan. La evacuación, en estos casos, debería ser rápida.
La ganadería ovina se ha transformado desde que era puramente extensiva y trashumante, hasta las explotaciones altamente tecnificadas que conocemos ahora. Anteriormente los rediles eran rudimentarios, temporales o permanentes, y estaban construidos con muros de piedra o madera y techos de paja o ramas tejidas, para alojar al ganado en las épocas de tiempo extremo.
Todavía quedan viejos apriscos que siguen siendo utilizados por el ganado ovino y caprino.
Si no había medios para construirlos, el ganado pernoctaba al raso custodiado por mastines y por pastores y se recurría a medios básicos como cuerdas y ramas para construir apriscos, aprovechando también accidentes geográficos naturales de los montes para resguardarse