Vacas lecheras: Cómo valorar nuestra gestión de la reproducción

Vacas lecheras

La gestión de la reproducción es uno de los puntos más complejos de la ganadería de bovino lechero. La fertilidad de las hembras, su vuelta al celo tras el parto, la calidad de sus óvulos, la detección de celos y la aplicación correcta de la inseminación artificial entrañan complicaciones, y cualquier fallo resulta en un aumento en los días improductivos de las vacas lecheras y un empeoramiento en la rentabilidad de la explotación.

 

Nueva llamada a la acción

Llevar un registro de los días en los que se producen los partos, secados, intentos de inseminación y gestaciones confirmadas es esencial para ser conscientes del funcionamiento de la explotación, de dónde se está perdiendo dinero y de qué podemos mejorar. Para ayudarnos a procesar estos datos hay medias e índices que reflejan la eficiencia reproductiva, y en este artículo vamos a ver algunos de ellos.

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La inseminación es uno de los procesos más delicados de la gestión reproductiva. Hacerlo en el momento justo supone la diferencia entre tener éxito y fracasar.

 

¿Los días abiertos son días improductivos?

Los días abiertos se definen como el número de días que trascurren desde que la vaca tiene un parto hasta que es inseminada con éxito (“inseminación fecundante”) y comienza una nueva gestación. En las vacas lecheras, estos días serán proporcionales al tiempo que la vaca permanezca improductiva desde el secado hasta el siguiente parto. La duración deseable de este periodo depende de la duración de la lactación en cada explotación:

  • Si tomamos de ejemplo a la raza Frisona-Holstein vemos que, en España, sus lactaciones están estandarizadas en torno a los 370 días. A estos 370 días de lactación añadimos 60 días de secado, y al restar los 283 días que dura la gestación, obtenemos que lo ideal sería preñar a la vaca en torno al día 147 posparto. Según algunos investigadores, los días abiertos óptimos no deberían superar los 130.

  • Si tomamos de ejemplo a cualquier otra raza lechera, en la que la lactación dura unos 300 días, la cosa cambia. En estos casos, se considera lo ideal que la inseminación fecundante se produzca en torno al día 90 posparto, y cada día que pasa de más es un día en el que la vaca no está generando beneficios para la explotación, y sí costes de alimentación.

Como se puede observar, los días abiertos “objetivo” o “ideales” cambian mucho dependiendo de la duración de la lactación. La concepción de que los días abiertos son improductivos procede del sector del vacuno cárnico, en el que se busca preñar a las vacas cuanto antes. En el caso de las vacas lecheras con una reproducción bien gestionada, únicamente los días del secado son realmente improductivos y, como ya sabemos, son inevitables para mantener la salud de la ubre.

 

El intervalo entre partos depende de la duración de la lactación

Como su nombre indica, el intervalo entre partos es, ni más ni menos, el tiempo que separa dos partos consecutivos de una misma vaca. Este parámetro está íntimamente relacionado con el anterior: cuantos más días transcurran desde un parto a la siguiente concepción, más largo será el intervalo entre partos.

El intervalo entre partos es el sumatorio de un periodo invariable, la duración de la gestación, y un periodo variable, el número de días abiertos.

En las razas cárnicas lo deseable es que el intervalo entre partos esté en torno a los 373 días (283 de gestación + 90 días abiertos), es decir, obtener aproximadamente un parto al año. En las razas lecheras, nuevamente entra en juego la duración de la lactación: con lactaciones de 370 días, es imposible que la raza Frisona-Holstein tenga un parto al año.

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La gestación se confirma mediante ecografía. Gracias a los avances tecnológicos, el ecógrafo puede ser portátil y moverse cómodamente, como se ve en la imagen.

 

Los días abiertos y el intervalo entre partos son medias que se calculan a partir de los animales que llegan a quedar gestantes y parir. Por tanto, hay que recordar que no tienen en cuenta a las vacas que no llegan a quedar gestantes y se acaban desechando. Si hay muchas vacas “repetidoras” que se inseminan más de tres veces y no quedan gestantes, y finalmente se eliminan de la explotación, podemos tener datos engañosamente buenos, pero malos resultados reales en el total de la explotación. De forma similar, tampoco tienen en cuenta la edad al primer parto, por lo que, si hay errores en esta fase, tampoco se verán reflejados en estos parámetros.

 

Las vacas lecheras producen más en la primera mitad de la lactación

La curva de lactación está muy estudiada y se repite con bastante fidelidad en cada vaca lechera, especialmente en razas tan uniformes como la Frisona-Holstein, con importantes variaciones entre primíparas y multíparas. La lactación empieza con la producción de calostro, para a continuación producir grandes cantidades de leche, que aumentan en las primeras semanas. El pico de lactación, es decir, el día de mayor producción lechera, suele darse entre los 30 y 70 días en leche, es decir, 30-70 días tras el parto. A continuación, la producción entra en una larga fase de meseta, en la que desciende muy ligeramente cada día, hasta que declina más intensamente hacia el final de la lactación.

En la primera mitad de la lactación, la vaca no solo produce más leche, sino que lo hace más eficazmente que en fases posteriores: a partir de la misma cantidad de nutrientes y energía, es capaz de fabricar más leche (mejora el índice de transformación del alimento). Por tanto, esta primera mitad no solo es más rentable porque se pueden vender más litros de leche, sino porque el alimento que se consume se aprovecha mejor. Esto supone un ahorro en alimentación si lo comparamos con una vaca en la segunda mitad de lactancia.

Cuantas más vacas tengamos produciendo en la primera mitad de la lactación, más rentable será la explotación. Lo ideal es que tengamos muchas vacas en torno a su 170º día en leche. Desde el punto de vista de la rentabilidad interesa tener menos vacas en la segunda fase de la lactación, pero tampoco es conveniente secarlas prematuramente.

El equilibrio se encuentra en determinar la duración óptima de la lactación definiendo el momento en el que la producción de leche, aunque se mantenga, ya no compensa, y planear el siguiente parto de acuerdo con este cálculo, teniendo en cuenta los intentos que puede costar que la vaca quede gestante para minimizar los días abiertos.

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Equipo Ceva Salud Animal

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