La diarrea vírica bovina es una enfermedad del ganado vacuno producida por un virus que está presente en todo el mundo y su patogenia causa graves pérdidas económicas en las explotaciones. Es importante conocer la enfermedad para aplicar correctas medidas de control.
La diarrea vírica bovina está causada por un virus que pertenece a la familia Flaviviridae y al género Pestivirus. Por las siglas de su nombre en inglés también se conoce como BVD (bovine viral diarrhoea).
El virus de la diarrea vírica bovina se clasifica en dos genotipos (el genotipo 1, mayoritario en Europa, y el genotipo 2) y en dos biotipos (el no citopático, más frecuente en la naturaleza, y el citopático, una mutación poco frecuente pero importante porque causa la enfermedad de las mucosas).
Está presente en las granjas de vacuno de todo el mundo. En España se han hecho varios estudios para saber en cuántas explotaciones (70,9% al 94,2%) y animales (21% al 65,6%) está presente. También se dispone de datos de otros estudios locales como este de Galicia.
La diarrea vírica bovina afecta sobre todo al ganado vacuno, pero tiene otros hospedadores que actúan como portadores del virus y que no padecen la enfermedad, como los ovinos, los caprinos, los rumiantes silvestres o los cerdos.
La patogenia de una enfermedad se refiere a los mecanismos mediante los que se desarrolla. La diarrea vírica bovina se transmite de un animal a otro por:
El virus de la diarrea vírica bovina puede entrar fácilmente en cualquier explotación si no se toman medidas preventivas. Las situaciones de mayor riesgo se producen al introducir animales del exterior (de reposición, reproductores, etc.) si no se comprueba su origen y su estado sanitario, al mezclar animales de diferentes explotaciones durante el pastoreo y al recurrir a la inseminación artificial y transferencia de embriones procedentes de centros de inseminación que no hagan pruebas de control del virus (muy poco habitual hoy en día).
La clave de la diseminación son los animales persistentemente infectados (PI). Son terneros que se han infectado en el útero durante los días 40 a 125 de la gestación por una cepa no citopática del virus. Como su sistema inmunitario es todavía inmaduro, no son capaces de reconocer al virus, no lo eliminan y se quedan infectados de forma permanente, por lo que diseminan el virus en grandes cantidades durante toda su vida. En ocasiones son terneros que no crecen correctamente, son más pequeños de lo normal y no tienen buen aspecto, pero en la mayoría de los casos no muestran sintomatología y pasan desapercibidos, por lo que es muy importante saber detectarlos y retirarlos para evitar que sean un foco de infección.
Es importante detectar a los terneros PI, porque juegan un papel fundamental en la difusión y mantenimiento del virus en las explotaciones, pues eliminarán el virus durante toda su vida. Estos animales tienen que eliminarse de la granja, y para eso se deben hacer diagnósticos no sólo clínicos-epidemiológicos, sino también laboratoriales. El empleo de test ELISA nos permite detectar a los terneros PI y eliminarlos.
Las infecciones intrauterinas entre los días 25 a 125 de la gestación dan lugar a terneros PI, que no muestran síntomas y que diseminarán el virus por la explotación durante toda su vida.
El virus entra en el animal habitualmente por vía oronasal, se multiplica en las células de la mucosa nasal y de las tonsilas y después pasa a los nódulos linfáticos regionales a través de los vasos linfáticos y sanguíneos. A partir de ahí se disemina por todo el organismo, infectando a las células del sistema inmunitario. Esta es la fase que se conoce como viremia. Dependiendo de la cepa del virus, del estado de salud y nutricional del animal y de la acción conjunta con otros agentes patógenos, nos encontraremos con diferentes formas en las que se manifiesta la enfermedad: