La leptospirosis es una infección frecuente del ganado vacuno que causa infertilidad, abortos y disminución drástica de la producción de leche.
La leptospirosis es la infección por bacterias del género Leptospira que tienen forma espiral, con filamentos alargados llamados flagelos que les permiten moverse en medios líquidos.
Las vacas contraen la leptospirosis cuando su mucosa nasal entra en contacto con las principales fuentes de transmisión: los fetos abortados, la orina de otros animales infectados, o agua contaminada. También pueden infectarse a través de la piel si tienen heridas.
Las bacterias entran a la circulación sanguínea y pasan a los riñones, al hígado, al útero y a la ubre. Destruyen los vasos sanguíneos y los conductos de los órganos. Por eso, las vacas afectadas abortan, tienen hepatitis e ictericia, y expulsan orina y leche de color oscuro o hemorrágico.
La leptospirosis es una zoonosis: se transmite del ganado vacuno a las personas. Causa la leptospirosis humana, una enfermedad que puede ser leve o puede llegar a ser mortal. Las personas con más riesgo de padecerla son las que conviven con los animales infectados, como los ganaderos y el personal de las granjas o los veterinarios, sobre todo al tener contacto con orina o con fetos abortados.
Los síntomas de la leptospirosis en las personas se parecen a los de la gripe, con dolores musculares intensos y de cabeza.
En el ganado vacuno, la leptospirosis tiene estas manifestaciones:
La leptospirosis se debe diferenciar de otras infecciones que producen signos similares, como la diarrea vírica bovina, la rinotraqueítis infecciosa bovina, el virus respiratorio sincitial bovino, la salmonelosis, o la neosporosis.
Se puede sospechar de la presencia de leptospirosis en una explotación de ganado vacuno si hay animales con síntomas. Sin embargo, también puede haber animales que no tienen, pero están infectados y transmiten la infección a otros.
Para confirmar la leptospirosis en una explotación, las pruebas diagnósticas que realiza el veterinario son detección de anticuerpos en la sangre de los animales, o de las bacterias a partir de muestras de orina, sangre, leche o tejidos de los fetos abortados. También se pueden hacer necropsias a los animales que hayan muerto, para observar las lesiones y tomar muestras para confirmarlo.
La leptospirosis bovina se trata con los antibióticos apropiados, después de realizar un cultivo y pruebas de sensibilidad para asegurarse de que las bacterias son sensibles. El protocolo de tratamiento antibiótico se establece por parte del veterinario dependiendo del número de animales afectados, de sus síntomas y de su gravedad. Será necesario identificar y separar los animales en tratamiento, y respetar los tiempos de retirada en leche y en carne de los antibióticos. Si es necesario, también se pueden administrar antiinflamatorios y sueros para recuperar el estado de hidratación de los animales más afectados.
Las medidas recomendadas para controlar la leptospirosis en el ganado vacuno son:
Emplear en la medida de lo posible la inseminación artificial evitando la monta natural, ya que los toros pueden transmitir la leptospirosis a través del semen.