La rinotraqueítis infecciosa bovina también se conoce como IBR. Es una enfermedad infecciosa causada por el alfaherpesvirus bovino 1 (BoHV-1), que provoca grandes pérdidas económicas por todo el mundo.
Los bovinos infectados transmiten el virus a través de sus secreciones nasales, las gotas de saliva y las secreciones respiratorias que expulsan al toser y estornudar. Otras vías de contagio son el contacto con las secreciones del aparato reproductor como los restos del parto o abortos, la placenta, líquidos y tejidos del feto y el semen.
El contagio entre animales puede ser por contacto directo con las secreciones corporales o a través de elementos contaminados como objetos, ropa de los trabajadores de la explotación, material del suelo, o si el personal toca animales infectados y no toma precauciones como lavarse las manos.
El virus BoHV-1 tiene capacidad para hacerse latente en los tejidos del sistema nervioso e inmunitario. Pueden pasar meses, e incluso años, sin provocar enfermedades, hasta que, por una bajada de las defensas debida a otra enfermedad, el periparto, un pico de producción, o el estrés por hacinamiento, transporte, exceso de calor, etc., se reactiva y aparece un brote cuando los animales estaban aparentemente sanos. Los animales con infección latente son una fuente potencial de infección para los demás, por lo que es fundamental detectarlos y separarlos, así como los que tienen una infección activa detectable, para evitar que se disemine al resto.
Hay varias técnicas disponibles para diagnosticar la rinotraqueítis infecciosa bovina:
Aislamiento del virus en tejidos de animales vivos o durante la necropsia o en el matadero.
Detección de anticuerpos en la sangre, que demuestran que han tenido contacto con el virus (serología).
Se habla de IBR cuando los animales padecen la enfermedad clínica, es decir, cuando muestran síntomas de la rinotraqueítis infecciosa bovina, o cuando el virus está presente en la explotación y los animales no parecen enfermos, pero se detectan los efectos:
En los casos asintomáticos cuando el virus está acantonado, puede observarse un descenso de los índices de fertilidad que es necesario investigar.
Otras veces el IBR aparece como brotes de abortos, conjuntivitis, infecciones intestinales con diarrea (sobre todo en los terneros jóvenes) o encefalitis.
Las formas más clásicas debidas a la infección pura por el virus, sobre todo en rebaños que no tienen experiencia inmunitaria, son:
Infecciones respiratorias; el virus BoHV-1 participa en el síndrome respiratorio bovino, causando primero úlceras en la nariz y la boca, después una inflamación de la tráquea, y facilitando que otros microorganismos penetren y causen bronconeumonía.
Vulvovaginitis pustular infecciosa y balanopostitis pustular infecciosa: el virus causa una infección e inflamación del tracto reproductivo de las vacas y los toros, causando infertilidad.
En la Unión Europea y en España se ha establecido una normativa que regula el control de la rinotraqueítis infecciosa bovina, el Reglamento 2016/429 del Parlamento y el Consejo, y el Real Decreto 554/2019. En ellos se recogen las siguientes medidas:
Las explotaciones de ganado vacuno se califican dentro de seis categorías dependiendo del estado en el que se encuentren respecto a la infección por el virus BoHV-1.
Los programas de erradicación son voluntarios, pero cada explotación debe cumplir unos requisitos para adherirse, como realizar pruebas de diagnóstico, contar con un veterinario en la dirección técnica, y declarar cualquier sospecha o aparición del IBR.
Las medidas de bioseguridad que se deben tomar también están reguladas, así como los movimientos de animales y productos como el semen de los toros.
La vacunación es el método de control más recomendado, pero solo se permiten las vacunas marcadas, para diferenciar los animales con infección natural de los vacunados.
El manejo y el transporte de los animales debe garantizar el bienestar animal, evitando el hacinamiento y el estrés.