España ha sido, y es, uno de los países de Europa con un mayor número de pequeños rumiantes y una mayor importancia de este tipo de ganadería sobre nuestra economía. La ganadería de estas dos especies tan rústicas y versátiles supone el 4% de la producción final agraria, generando 2.266,4 millones de euros en 2021 y dando trabajo a miles de personas.
Según los últimos datos disponibles de Encuestas Ganaderas del MAPA, en 2021 el censo era de más de 15 millones de cabezas de ganado ovino y 2,5 millones de cabezas de caprino. Por desgracia, debido a la situación actual de este sector, muchas explotaciones no sobrevivirían sin las subvenciones de la PAC: en 2015, el número de reproductoras activas inscritas en el REGA por las que se recibieron subvenciones alcanzó casi los 10,5 millones en el caso del ganado ovino y más de 1,1 millones en el caso del caprino.
El número de explotaciones de ganado ovino en 2021 era de 114.000 y de ganado caprino de 75.000. Suponiendo que cada una de estas explotaciones pertenezca a un ganadero, ya son casi 200.000 personas que obtienen todos o parte de sus ingresos gracias a este sector, en zonas rurales en riesgo de despoblación donde los empleos escasean. Si a los ganaderos sumamos la mano de obra subcontratada que ayuda en las tareas de la granja, ya sea diariamente o en campañas concretas, los veterinarios, los transportistas, las empresas de piensos, los agricultores que cultivan el alimento (aunque estos son, en muchas ocasiones, los propios ganaderos), las empresas farmacéuticas de medicamentos veterinarios y sus distribuidores, los mataderos, todo el personal burocrático que regula y supervisa el correcto funcionamiento acorde con la ley… La cantidad de personas que trabajan gracias a la ganadería de pequeños rumiantes es mucho mayor de lo que uno se imagina.
La cría de pequeños rumiantes es una práctica beneficiosa para nuestro país, ya no solo por los puestos de trabajo que crea y el dinero que genera, sino por la cantidad y versatilidad de los productos que se obtienen de estos animales:
Carnes para todos los gustos, que varían notablemente de sabor con la edad del animal, satisfaciendo a todo tipo de clientes y mercados, desde el lechazo o cabrito más castizo para asados o guisos tradicionales, al ovino mayor con el que se hacen las sabrosas carnes tipo kebab.
Leche con una composición nutricional muy apta para elaborar productos lácteos transformados con gran valor añadido, obteniendo así cualidades organolépticas únicas.
Lana, cuyos diferentes grosores de fibra y rizo le otorgan usos son tan amplios como la imaginación del fabricante: desde ropas finas y cálidas, mantas y alfombras, hasta materiales de uso industrial, como el relleno de paredes de edificios para aumentar el aislamiento.
Pelo de suavidad incomparable, especialmente valioso el de algunas razas de cabra, como la Angora, la Mohair o la Cachemira, usado en prendas de ropa de elevado precio.
Sus heces también tienen gran importancia para su uso como fertilizante agrícola, especialmente en aquellas zonas de suelos pobres y en las que la industria ganadera no está muy desarrollada. Es el caso de muchos países de clima árido de África o Asia y, en España, las islas Canarias.
Además, la variedad genética de las razas autóctonas españolas de oveja y cabra es un valor considerable de nuestro país que no debemos dejar que se pierda. Especialmente, con los años venideros en los que el cambio climático es muy probable que vuelva aún más extremas las condiciones climáticas, a las que unas u otras razas serán más capaces de adaptarse.
Con la llegada de la temporada estival y el calor, pronto empezarán a aparecer unos viejos conocidos que visitan nuestro país todos los años: los incendios forestales. Y, con ellos, volverá a hablarse de la importancia de la limpieza de los montes, y de lo necesarios que son los pequeños rumiantes que con su pastoreo y ramoneo eliminan la materia vegetal arbustiva que de lo contrario podrá ser, valga la redundancia, pasto de las llamas.
Tristemente, cuando llega el otoño a todos parece olvidárseles este valor añadido de la industria ganadera extensiva. La cantidad de ganado ovino y caprino que se cría en extensivo en nuestro país está hoy en día lejos del censo que sería necesario para limpiar adecuadamente los montes y hacer una prevención eficaz de los incendios, y cada año se reduce más. Si no se busca una solución a nivel nacional para frenar esta disminución del censo de pequeños rumiantes, este aprovechamiento medioambiental del ganado dejará de ser una opción práctica.
Por otra parte, una crítica habitual a la ganadería es la cantidad de CO2 que produce. Como explicamos en profundidad en el artículo Ganadería intensiva: ¿está justificada su mala fama?, la producción de gases de efecto invernadero por parte de los rumiantes no es más que un efecto natural de su metabolismo ruminal. Para poder digerir la celulosa, las bacterias del rumen deben producir metano, y esto no depende de si su alimentación y su cría son más o menos “ecológicas”.