La huella hídrica es, según la definición más aceptada internacionalmente, el volumen de agua dulce utilizada directa e indirectamente para la elaboración de productos y/o servicios consumidos por los habitantes de un país o región, empresa o sector. No solo tiene en cuenta la cantidad de agua empleada directamente, sino que es una medida que se utiliza para evaluar el impacto total de una actividad o producto en el consumo de agua dulce.
Los tres tipos de huellas
La huella hídrica incluye tres tipos de huellas, dependiendo del origen y usos del agua:
- Agua azul o huella hídrica azul: es el agua que se usa o consume, procedente de fuentes de agua dulce tanto superficiales (ríos, pantanos, lagos…) como subterráneas (acuíferos y sus pozos). Se podría decir que es el agua que registra el contador, lo que típicamente entendemos como consumo de agua.
- Agua verde o huella hídrica verde: se refiere al agua de lluvia que queda en el suelo y las plantas utilizan para su crecimiento y transpiración, por lo que no implica un gasto de las reservas de agua dulce. Se estima a partir de las necesidades hídricas conocidas de cada tipo de cultivo.
- Agua gris o huella hídrica gris: se define como el agua que sería necesaria para diluir los contaminantes generados durante la producción de bienes y servicios. Es una cantidad teórica, ya que realmente no se “añade” más agua para diluir dichos contaminantes, sino que se aplican tratamientos físico-químicos depuradores. Pretende reflejar el impacto que tendría la producción de ciertas sustancias sobre las fuentes de agua dulce. También incluye el agua requerida para el tratamiento de residuos.
Las particularidades de cada país influyen en su huella hídrica
A la hora de calcular la huella hídrica de un país o región se suele desglosar en cuatro componentes o sectores: agroganadero, industrial, doméstico y turismo. Estos dos últimos son, por lo general, los que menor impacto suponen, mientras que el sector agroganadero es el que a nivel global tiene una mayor huella hídrica. Sin embargo, esto depende de cada país, su clima, su modelo económico y los hábitos de sus habitantes.
- Países áridos y secos con un importante sector primario, como es el caso de España, el consumo de agua destinada al riego de cultivos se dispara, y puede suponer entre un 60 y un 90% del gasto total de agua del país.
- En otros países, como Estados Unidos o Alemania, en los que el sector industrial cobra más peso y/o el clima permite reducir el riego, el porcentaje de agua destinada a la industria aumenta.
- Excepcionalmente, existen algunos países muy ricos y muy secos, como Qatar o Dubai, en los que el agua para uso doméstico y recreativo (importada o desalinizada) supone más del 50% del consumo total anual.
¡Ojo! El cálculo de la huella hídrica se realiza sobre los productos consumidos en una región, no sobre los que se producen en ella. Es decir, la huella hídrica española no necesariamente es proporcional al agua que se gasta en nuestro país: habría que restar el agua requerida para producir productos que se exportan, y sumar el agua requerida para producir los productos que se importan, además de sumar el agua verde y el agua gris. Por eso algunos países, como el mencionado Qatar, pueden tener datos de consumo de agua moderados, pero una huella hídrica muy grande.
Fuente: AQUASTAT (sistema mundial de información de la FAO sobre el agua en la agricultura).
La huella hídrica de la ganadería en España se debe a varios procesos
Dentro de Europa, España es uno de los países que destacan por tener una mayor huella hídrica, particularmente debida al sector agroganadero. La agricultura y la ganadería son sectores clave en la economía española, y el clima mediterráneo, con veranos secos y calurosos, implica unas altas necesidades de agua para los cultivos de regadío y la hidratación de los animales.
En el caso de la ganadería, los aspectos que repercuten sobre el aumento de la huella hídrica son los siguientes:
- El abastecimiento de agua de bebida para los animales, que debe ser potable y estar disponible ad libitum. La escasez de agua repercute muy negativamente en los índices productivos, y puede resultar letal en situaciones de estrés térmico.
- La limpieza de las instalaciones (corrales, comederos, bebederos, materiales…). En el caso del ganado lechero, este gasto aumenta mucho por los altísimos requisitos de higiene del equipo de ordeño, las tuberías y los tanques de almacenamiento.
- El agua de lluvia necesaria para que la vegetación silvestre de prados y pastizales crezca también suma a la huella hídrica de la ganadería, como agua verde. Gracias a los rumiantes que se alimentan de estas plantas, se aprovecha toda esa agua, que de otra manera se perdería para las personas.
- El agua empleada para regar y procesar los alimentos para animales (forrajes o piensos de cereales) también suma a la huella hídrica total.
- En muchas explotaciones de nuestro país es habitual contar con sistemas de refrigeración, más o menos sofisticados, para refrescar a los animales en las épocas más calurosas y evitar, o al menos disminuir, el estrés térmico. En vacuno lechero es frecuente encontrar sistemas de pulverización de agua, mientras que en granjas avícolas se instalan en las ventanas sistemas en los que el aire atraviesa materiales humidificados y se enfría.
- Una gran parte de la huella hídrica de los alimentos de origen animal no procede del sector ganadero en sí, sino de los procesos posteriores: mataderos e industria alimentaria. Nuevamente, los estrictos requisitos de higiene de los alimentos requieren que mucha agua se destine a la limpieza y desinfección de las instalaciones y la maquinaria.
Los aspersores son un sistema de refrigeración de ganado vacuno muy extendido en España.
En el sector de la ganadería y la agricultura, la huella hídrica es una herramienta importante para comprender, cuantificar y gestionar el uso eficiente del agua dulce. Permite evaluar el impacto ambiental de la producción de alimentos, identificar posibles áreas de mejora y tomar decisiones para reducir el consumo de agua. Para hacer frente a los desafíos relacionados con la huella hídrica en estos sectores, en España se han implementado diversas iniciativas y políticas para promover el uso eficiente del agua, como la adopción de tecnologías de riego más eficientes.
Para reducir la huella hídrica, como agricultores y ganaderos podemos invertir en sistemas de riego, limpieza y abastecimiento más eficientes, sin descuidar que el suministro sea suficiente. Como particulares, podemos aportar nuestro granito de arena ahorrando agua en nuestras actividades diarias, cerrando el grifo cuando no lo necesitemos, consumiendo productos de proximidad y otras medidas sobradamente conocidas.