La Unión Europea (UE) sigue siendo uno de los principales productores mundiales de carne y leche de vacuno. En 2024, el censo total de animales se situó en torno a 75 millones de cabezas, con una ligera reducción respecto a años anteriores por la disminución de vacas lecheras y el impacto de los costes de producción. La producción de carne de vacuno alcanzó aproximadamente 6,7 millones de toneladas, mientras que la leche de vaca superó los 154 millones de toneladas, con un valor de mercado superior a 60.000 millones de euros. España se mantiene como octavo productor europeo de leche (4 % del total) y cuarto de carne, aportando cerca del 10 % de la producción comunitaria.
El bovino es un pilar de la ganadería española y un motor de desarrollo rural.
Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA):
Según el Censo Ganadero 2024, España cuenta con 6,9 millones de bovinos, de los cuales:
Las comunidades con mayor peso son Galicia, Castilla y León, Cataluña y Aragón, que concentran más del 75 % de la producción.
El vacuno de leche continúa concentrado en la cornisa cantábrica, donde se localiza el 55 % del censo nacional.
El tamaño medio de las explotaciones refleja la dualidad del sector:
En carne, los flujos de terneros entre explotaciones de nodrizas y cebaderos dificultan la estimación directa de rendimientos, aunque la productividad se mantiene estable.
En leche, la cornisa cantábrica produce el 53 % del total nacional, con medias de 7.500–8.500 kg por vaca y lactación, mientras que las explotaciones más intensivas del centro y levante alcanzan los 9.500–10.000 kg.
El cumplimiento normativo es un pilar de la ganadería moderna. Entre las principales normas destacan:
En cuanto a la trazabilidad de la granja a la mesa, cada animal está identificado de forma individual en el Sistema Integral de Trazabilidad Animal (SITRAN), lo que permite seguir su recorrido desde la explotación hasta el punto de venta. Este sistema refuerza la seguridad alimentaria y la confianza del consumidor.
La digitalización está transformando el manejo de las explotaciones. La adopción de tecnologías de precisión mejora la eficiencia, reduce el impacto ambiental y aumenta el bienestar animal.
Por otra parte, los collares y sensores miden parámetros como la rumiación, la actividad o la producción de leche. Esto permite detectar de forma precoz problemas de salud o variaciones nutricionales.
Finalmente, en lo que a robótica y automatización se refiere, los robots de ordeño, los sistemas automáticos de alimentación y herramientas de análisis de datos e inteligencia artificial ya operan en numerosas granjas españolas. Estos avances facilitan la gestión diaria, reducen la carga laboral y aumentan la precisión en el control de los animales.
España cuenta con más de 30 razas bovinas autóctonas reconocidas oficialmente, como la Avileña-Negra Ibérica, Morucha, Rubia Gallega, Asturiana de los Valles o Retinta, adaptadas a condiciones locales y esenciales para conservar la biodiversidad ganadera.
Conviven con razas foráneas o mejoradas —Frisona, Charolesa, Limusina, Blond de Aquitania…— orientadas a una mayor producción de leche o carne.
La tendencia actual es combinar mejora genética y conservación, asegurando razas más resistentes al calor, a enfermedades emergentes y a cambios climáticos.
El consumo de carne de vacuno en España se sitúa en 5,5 kg por persona y año, una leve caída respecto a 2020. Pese a ello, los consumidores valoran cada vez más la procedencia local, la sostenibilidad y el bienestar animal.
El consumo de leche líquida ronda los 65 litros por persona y año, estable, aunque crecen los derivados (quesos, yogures y productos con valor añadido).
En lo que a exportaciones se refiere, en 2024, España exportó unas 230.000 toneladas de carne de vacuno, con destino principal a Italia, Portugal, Francia y el norte de África.
Los precios se mantuvieron al alza por el encarecimiento de los costes de producción y la menor oferta europea.
De cara a 2025, se prevé una mayor tecnificación, consolidación de explotaciones medianas y un enfoque hacia la neutralidad climática impulsado por la nueva PAC.
El futuro del bovino español pasa por compatibilizar rentabilidad y sostenibilidad ambiental. Los principales desafíos son:
La aplicación de buenas prácticas, junto con la innovación tecnológica y el apoyo institucional, será clave para mantener la competitividad del sector.