La fasciolosis es una enfermedad parasitaria del ganado vacuno y caprino, pero sobre todo ovino. Está causado por un parásito, Fasciola hepatica, que requiere un caracol de agua dulce para completar su ciclo vital, por lo que esta enfermedad está asociada a animales que pastan en zonas húmedas y templadas. En España se encuentra, sobre todo, en el extremo noroeste.
Fasciola hepatica es un parásito macroscópico de la clase de los trematodos. Tienen un cuerpo plano con forma similar a una hoja de hasta 3 cm de largo, con una ventosa en cada extremo y órganos sexuales tanto femeninos como masculinos, es decir, son hermafroditas. Parasitan el hígado de muchos mamíferos, sobre todo herbívoros rumiantes. También pueden desarrollarse en el ser humano, es una zoonosis, pero no es muy común que afecta a las personas debido a las particularidades de su ciclo biológico.
Los parásitos adultos se localizan en los conductos biliares del hígado del mamífero, donde se reproducen sexualmente entre ellos y ponen huevos. Estos huevos llegan al intestino junto con la bilis, se expulsan al exterior con las heces y solo eclosionarán al contactar con agua. El estado juvenil que nace, denominado miracidio, nada hasta que encuentra al hospedador intermediario, el caracol de agua dulce (Galba truncatula), en cuyo interior evoluciona y se reproduce asexualmente hasta alcanzar el estadio en que sale al exterior. Entonces nadará hasta la orilla, y se detendrá cuando detecte vegetación. En este momento recibe el nombre de metacercaria.
El hospedador definitivo, habitualmente un herbívoro, ingiere las metacercarias junto con la hierba que consume (por este motivo es raro que se infecten animales no herbívoros, como las personas, aunque no imposible). Cuando llegan al intestino, lo atraviesan para salir a la cavidad abdominal, y se desplazan hasta llegar al hígado, al cual perforan y recorren hasta que encuentran un conducto biliar donde asentarse y convertirse en adultos.
Para completar su ciclo biológico Fasciola hepatica requiere la intervención de dos hospedadores y varios medios en los que desarrollarse.
Es principalmente este tránsito por el hígado, que dura en el ganado vacuno unas 10-12 semanas y, en el ganado ovino, 6-8 semanas, lo que causa la mayoría de los signos clínicos. Dependiendo de la cantidad de parásitos que ingiera el hospedador en poco tiempo, la enfermedad será más o menos aguda. En general, el más afectado es el ganado ovino.
Las fasciolas adultas pueden sobrevivir hasta once años en el hígado del hospedador definitivo, causando los síntomas descritos de la fasciolosis crónica, y ponen huevos toda su vida, en mayor cantidad durante el invierno, aunque en condiciones de temperatura inferior a 10 ºC mueren.
El “papo” de las ovejas, la fasciolosis y la distomatosis ovina son nombres que hacen referencia a la misma enfermedad: la parasitosis del hígado de las ovejas por Fasciola hepatica.
Desafortunadamente, no hay muchos fármacos disponibles que eliminen las fasciolas. Hasta hace unas décadas se trataba con compuestos organoclorados, que actualmente están prohibidos. Los medicamentos que se emplean hoy en día tienen varios problemas: el clorsulón y el albendazol son útiles frente a las formas adultas pero muy poco eficaces frente a las formas juveniles, y el triclabendazol, el fármaco de elección por afectar a fasciolas de todas las edades, genera resistencias con cierta facilidad, no está registrado para todas las especies afectadas, por lo que han de hacerse prescripciones excepcionales, y no está permitido administrarlo a animales de producción lechera.
Además, el cambio climático está provocando la subida de la temperatura y las lluvias torrenciales y riadas, que favorecen el desarrollo, la supervivencia y la diseminación de los huevos y estado larvarios de este parásito y del caracol que es su hospedador intermediario. Frente a este aumento del riesgo y, consecuentemente, de los casos, ¿qué se puede hacer? Además de la investigación de nuevos fármacos, las medidas de manejo son esenciales:
Por otro lado, existen investigaciones en marcha, como el proyecto europeo Paragone, en el que participa la Universidad de Córdoba, cuyo objetivo es encontrar vacunas que sean capaces de entrenar al sistema inmune para combatir las infestaciones de parásitos en los animales de producción, algo que hasta el momento nunca se ha conseguido.