Las vacas estabuladas comen entre 11 y 14 veces al día, de forma que pasan en los comederos de vacas entre 3,5 y 5 horas al día. Los kg de materia seca que ingieran repercuten directamente en la producción de leche, por lo que nos interesa que coman la mayor cantidad posible de alimento. Asimismo, cuanta más materia seca ingieran, más fácil será alcanzar los requerimientos energéticos con menor porcentaje de concentrado y mayor de forraje, lo que abarata los costes de alimentación y disminuye el riesgo de problemas de acidosis crónicas y otras patologías derivadas.
El diseño y el mantenimiento de los comederos de vacas y el manejo del alimento y la rutina de alimentación permitirán maximizar la ingesta y la homogeneidad de la ración ingerida, minimizar la competitividad entre animales y reducir el riesgo de lesiones y problemas sanitarios derivados.
El área de la explotación destinada a la alimentación debe cumplir ciertos requisitos, a destacar:
En algunas granjas el comedero está hundido respecto al pasillo de distribución. Esto favorece que el alimento no se disperse, pero dificulta la limpieza y, si no están a diferente altura, aumenta la distancia entre los animales y el alimento.
Una vez que tenemos unas instalaciones adecuadas y que cumplen los requisitos establecidos, habrá que aplicar un plan de manejo y organización de la alimentación. Dejando a un lado el diseño de la ración en sí, a la hora de calcular la cantidad de alimento necesaria para el número de animales es recomendable suministrar un 3-5% más para estimular la ingesta de las vacas en lactación y aumentar la producción. Si sobra, siempre que esté en buen estado y no sea una cantidad excesiva, se puede dar a las vacas secas o a las novillas.
Como ya hemos mencionado, las vacas se alimentan hasta 14 veces al día, sobre todo en las horas diurnas, por lo que para maximizar la ingesta y minimizar la agresividad asociada a la administración, se recomienda proporcionar alimento ad libitum. Esto se puede conseguir administrando la ración diaria en una vez o, lo ideal, en dos. Los limitantes son la disponibilidad de mano de obra, y el deterioro del alimento al dejarlo durante todo el día, especialmente en los meses calurosos. Si se administra solo una vez, conviene hacerlo tras el ordeño de la tarde, para que se mantenga fresco por la noche y conserve mejor sus cualidades. Además, es necesario acercar el alimento 4-6 veces al día, ya que de lo contrario una gran parte queda fuera del alcance de los animales (hay máquinas que lo hacen automáticamente llamadas empujadores de ensilaje).
Es necesario acercar el alimento que queda extendido por el pasillo de distribución varias veces al día. De lo contrario, además del desaprovechamiento de la ración, las vacas pueden hacerse lesiones por presión al estirarse y empujar contra las barras de las cornadizas.
Hay que tener en cuenta las particularidades de la ración en relación con la temperatura ambiente. Por ejemplo, el ensilado de maíz es más inestable a altas temperaturas, por lo que interesará administrarlo repartido en más veces al día para prevenir que se estropee, o sencillamente evitarlo en los meses de calor. En general, con el calor y el tiempo en el comedero empeoran la palatabilidad y el olor, y aumenta el riesgo de crecimiento de microorganismos, especialmente hongos.
Asimismo, para evitar la proliferación de microorganismos patógenos es muy importante retirar todos los restos de materia orgánica de los comederos y no mezclarlos con la nueva ración, además de vaciar y limpiar el carro mezclador y que no queden restos de un día para otro.
Para facilitar el manejo en el ordeño se recomienda no añadir alimento nuevo justo antes de la hora del ordeño, y sí justo después. Así, cuando vuelvan al recinto tendrán más hambre y se dirigirán a los comederos, en lugar de tumbarse en el suelo a descansar. Esto es muy beneficioso desde el punto de vista de la salud de la ubre, ya que tras el ordeño los pezones están aún abiertos y es un momento clave para el riesgo de mastitis.
Por último, si las instalaciones y el tamaño de la explotación lo permiten, es idóneo separar las vacas adultas de las novillas, ya que sus necesidades nutricionales son distintas y sus hábitos alimenticios también: las novillas pasan más tiempo en el comedero e ingieren menos cantidad, y al ocupar los comederos impiden que las vacas adultas accedan a ellos, disminuyendo su producción y aumentando la competencia y la agresividad. Separadas no hay competencia y se mejoran las producciones de ambos grupos.