Las clostridiosis son un grupo de enfermedades infecciosas causadas por bacterias que se clasifican dentro del género Clostridium. Son frecuentes porque estas bacterias están presentes en el intestino de los animales y pasan al entorno, donde forman esporas y se transmiten con facilidad.
La clostridiosis es la infección por clostridios, las bacterias del género Clostridium. Estas bacterias solo son capaces de multiplicarse en ambientes donde no hay oxígeno. Cuando están en el ambiente, que es rico en oxígeno, forman esporas para protegerse durante largo tiempo.
Forman parte de las bacterias que habitan el intestino de los rumiantes y salen con las heces, de tal forma que contaminan el entorno. Cuando tienen oportunidad de entrar en el organismo de otro animal y se dan las condiciones adecuadas, provocan la enfermedad, la clostridiosis.
Cuando las esporas penetran en el organismo de los animales y se dan condiciones de anaerobiosis o falta de oxígeno, las bacterias se liberan, se multiplican y liberan unas toxinas muy potentes que causan las enfermedades provocadas por estas toxinas, que son variadas dependiendo de la especie bacteriana:
Enterotoxemia: están causadas por las bacterias Clostridium perfringens tipos A, C y D, Cl. chauvoei, Cl. novyi de tipo B, Cl. septicum y Cl. sordellii. Producen una enterotoxina que afecta sobre todo a los corderos, provocando alteraciones como ictericia, diarrea hemorrágica, enteritis necrótica o, la forma más clásica, la basquilla, causada por la toxina D de Cl. perfringens. La basquilla, también conocida como riñón pulposo, aparece con más frecuencia en corderos de cebo si se dan situaciones de cambios bruscos de dieta, acidosis ruminal o sobrecarga de grano rico en almidón.
Edema maligno: está causado por una histotoxina, una toxina que daña los órganos y los tejidos, producida por el clostridio Clostridium chauvoei. Las esporas de las bacterias se introducen en los tejidos a través de heridas profundas, como objetos clavados, el ombligo de los recién nacidos o el aparato reproductor de las hembras después del parto. Los tejidos subcutáneos y musculares se mueren, acumulando líquido y gas.
Hepatitis infecciosa necrosante: la causante es Clostridium novyi tipo B. Después de ingerir las esporas que están en el suelo, tras un esfuerzo muscular intenso como una estampida, un pico de estrés o el transporte, se libera la toxina, que afecta al hígado y al intestino. En muchas zonas, su aparición está asociada a la presencia de fasciolosis hepática.
Hay brotes de clostridiosis que aparecen de forma súbita y afectan a muchos animales a la vez. Estas formas de las enfermedades son las más graves, con síntomas agudos, que causan elevadas mortalidades y enormes pérdidas económicas. Los animales más afectados suelen ser los corderos. En otras ocasiones, se observan como formas menos llamativas, con animales que bajan la producción, están más delgados o dejan de comer.
Cada tipo de clostridiosis se trata de forma específica según los síntomas y los resultados de laboratorio. Se trata de salvar a los animales afectados para que salven la vida y vuelvan a la producción. En ocasiones se aplican antibióticos para evitar la proliferación de los clostridios, siempre respetando las buenas prácticas del empleo de antibióticos para evitar la aparición de resistencias.
Como los clostridios son habitantes habituales del intestino de los rumiantes, se eliminan al entorno y ahí forman esporas donde son capaces de resistir a las condiciones ambientales durante meses o años, su eliminación es muy difícil.
Se recomienda mantener buenas medidas de higiene y bioseguridad, desinfectar las heridas y los ombligos de los corderos al nacimiento y evitar los cambios bruscos en la dieta.
Sin embargo, la medida más eficaz de prevención es la vacunación frente a las clostridiosis, entre ellas la basquilla. Es interesante aplicar una vacuna que incluya una alta concentración de la toxina alfa de Clostridium perfringens tipo D, ya que es una de las más frecuentes.