Los animales rumiantes son mamíferos herbívoros que realizan la digestión de la fibra vegetal gracias a los microorganismos fermentadores que contiene su estómago compartimentado. Su nombre viene del hecho de que realizan la rumia, que es el proceso por el cual los alimentos ingeridos y parcialmente digeridos se regurgitan para volver a masticarse y ensalivarse y se vuelven a deglutir para finalizar su degradación.
Según la clasificación zoológica, dentro de los animales rumiantes la familia más grande es la de los bóvidos, que incluye, además del ganado vacuno, ovino y caprino doméstico, a los antílopes, gacelas, búfalos, bisontes, ñus… Otras familias más pequeñas son los cérvidos (ciervos de todas las especies, renos, alces…), los jiráfidos (las jirafas y los okapis), los tragúlidos o ciervos-ratón, los mósquidos o ciervos almizcleros y los antilocápridos (únicamente incluye al antílope americano).
Los camélidos (camellos, dromedarios, llamas y alpacas) se suelen incluir como rumiantes, aunque son un poco diferentes: su estómago se divide en tres compartimentos en lugar de cuatro, pero el mecanismo de la rumia es muy similar. Además, se diferencian en que no tienen pezuñas córneas, sino dedos acabados en una gruesa uña. En común tienen, además del estómago compartimentado, la capacidad de masticación rotatoria y la dentición, todos ellos carecen de incisivos superiores.
Los camélidos son rumiantes con el estómago dividido en tres cámaras en vez de en cuatro. El funcionamiento de su rumen es el mismo que el de las vacas o las ovejas.
De todos los animales mencionados, muchos han sido domesticados desde hace milenios para aprovechar su carne, su leche, su lana o pelo, su piel y su fuerza física. El vacuno doméstico, las ovejas y las cabras son los más extendidos mundialmente, pero en algunas regiones también existen búfalos domésticos, camellos y dromedarios, llamas y alpacas, y, en menor cantidad, renos y alces de tiro y ciervos para obtención de carne. Todos ellos han sido clave en el desarrollo sociocultural y económico de los seres humanos.
Los herbívoros son animales que han evolucionado para poder aprovechar un alimento abundante y de fácil obtención, como son las plantas. Para lograrlo, han tenido que sufrir variaciones y especializaciones en su tracto digestivo que les permiten alojar grandes poblaciones de bacterias y protozoos fermentadores. Estos microorganismos, a diferencia de todos los animales vertebrados, son capaces de romper las cadenas de celulosa y hemicelulosa (la comúnmente llamada “fibra”), y separarlas en moléculas de glucosa aprovechables.
Diferentes herbívoros han desarrollado distintas estrategias de fermentación: se dividen esencialmente en pregástricos y posgástricos. Los pregástricos son los animales rumiantes, en los que el rumen y el retículo se localizan antes del abomaso, que es el estómago glandular; en cambio, los posgástricos realizan la fermentación en varias partes del intestino grueso, concretamente el ciego y el colon, en mayor o menor proporción dependiendo de la especie. Algunos ejemplos de animales posgástricos son el caballo, el conejo, la cobaya, el elefante y el gorila.
Los caballos realizan la mayor parte de los procesos fermentativos en el colon, mientras que los conejos los realizan en el ciego. Fuente: Coby Colger para Horse1.
Depende mucho de las particularidades de cada especie, la calidad nutricional de su dieta, la variedad, si la complementan con granos… pero, en general, podemos decir que el estómago compartimentado de los rumiantes ofrece ventajas de las que los fermentadores del intestino grueso carecen:
En los animales rumiantes, el enorme estómago compartimentado ocupa la gran mayoría del abdomen, mientras que el intestino grueso es pequeño. En los animales posgástricos ocurre lo contrario: su estómago glandular es pequeño proporcionalmente y su colon o su ciego son mucho más grandes, ya que es aquí donde realizan la digestión.