Conocer su conformación tiene importancia práctica cuando se trata de determinar su idoneidad para el ordeño mecánico. Y conocer su estructura nos ayuda a comprender cómo desarrolla su función de producción de leche y cómo se producen algunos procesos, por ejemplo, la colonización de las bacterias.
La ubre de vaca es uno de los elementos que se incluyen en la calificación morfológica de las vacas lecheras y por lo tanto es necesario conocer bien su morfología externa.
Cada una de las cuatro glándulas independientes –cuarterones– tiene un pezón, aunque no es infrecuente la presencia de pezones accesorios, sobre todo en los cuarterones posteriores.
La división externa en dos mitades, derecha e izquierda, la marca un profundo surco intermamario medio que se aprecia sobre todo cuando observamos a la vaca desde atrás. Sin embargo, no se aprecia apenas la división entre los cuarterones craneal y caudal. La inserción de la ubre en la pared del abdomen es amplia y más estrecha en la parte de la pelvis.
La piel que cubre la ubre de vaca es delgada y se puede desplazar (no está adherida al tejido subcutáneo), salvo en los pezones, en los que la piel está muy unida a las capas más internas. Está cubierta de un pelo suave excepto el pezón, cuya piel permanece desnuda.
Los pezones de la vaca miden unos 8 cm y están desprovistos de pelo. Su piel puede estar pigmentada en todo o en parte.
Efectivamente la ubre de la vaca se une al cuerpo por fuertes láminas de tejido conjuntivo resistente y elástico. Podemos describir una lámina medial para cada mitad, derecha e izquierda, de la ubre que forman el ligamento suspensor medio, y una lámina lateral que nace desde la parte ventral del abdomen y de la pelvis.
Las dos láminas, medial y lateral, van desprendiendo numerosas laminillas que penetran de forma oblicua en el tejido glandular formando así una estructura capaz sostener la ubre incluso cuando está pesadamente cargada antes del ordeño.
La diferente tensión entre las láminas medial y lateral explica que en una ubre de vaca llena de leche los pezones se desvíen hacia los lados.
En una visión posterior de la ubre de la vaca se aprecia el surco intermamario que separa los cuarterones izquierdos de los derechos.
La ubre está formada por dos tipos de tejido: tejido glandular, responsable de la producción de leche, y tejido conectivo, que une las estructuras y mantiene la forma de la ubre aunque esté vacía. Si predomina el tejido glandular la ubre tiene una consistencia más blanda a la palpación y si predomina el tejido conectivo tiene un tacto más duro y firme. Su proporción varía, entre otras razones, según el estado fisiológico de la vaca.
El tejido glandular o parénquima está formado por las unidades secretoras de leche: los alveolos, un grupo de células en torno a una cavidad central donde vierten su secreción. Los alveolos se agrupan en lobulillos que tiene forma de racimo y estos en lóbulos separados por tabiques de tejido conjuntivo.
Alveolos, lobulillos y lóbulos vierten la leche hacia pequeños conductos que se van uniendo en conductos lactíferos cada vez de mayor calibre y que desembocan en la cisterna de la glándula, situada en la parte ventral de cada cuarterón (aquí se almacena una pequeña parte de la leche. La mayor parte de la leche llena los conductos hasta el ordeño). Algunos conductos pueden alcanzar 3 cm de grosor y son palpables cuando están llenos.
Sección anatómica de la ubre y del pezón mostrando las principales estructuras.
La cisterna se abre al exterior a través del pezón y está separado de este por un pliegue mucoso. El pezón puede tener formas variables, generalmente es más o menos cilíndrico y mide unos 8 cm.
La leche en su camino pasa por la cisterna del pezón, donde se acumula brevemente antes de salir a través del conducto papilar (canal del pezón) que es la apertura al exterior. El pezón está protegido de la entrada de suciedad y microorganismos por el esfínter del pezón, un fuerte músculo circular que lo mantiene cerrado y que solo se relaja durante el ordeño o cuando el ternero mama. Este mecanismo de protección es la primera barrera que mantiene a la ubre de la vaca libre de infecciones causantes de mastitis. Por esta razón es importante mantener las medidas de higiene en el ordeño y aplicar baños de pezones.
Se estima que deben pasar 500 litros de sangre a través de la ubre por cada litro de leche producida. El aporte principal de sangre procede de la arteria mamaria que puede sobrepasar 1,5 cm de grosor y que se divide para irrigar cada cuarterón. La sangre se drena por la vena mamaria (vena subcutánea abdominal), que en las vacas lecheras es muy gruesa y fácilmente visible.
Las células de los alvéolos mamarios reciben nutrientes de la sangre (glucosa, ácidos grasos volátiles, aminoácidos, grasas, vitaminas y minerales y agua) y los utilizan para sintetizar la leche. Cuando la vaca produce leche, parte se va acumulando en las cisternas de los cuarterones y en los conductos de mayor tamaño (leche cisternal) y otra parte se acumula en los alveolos y en los conductos lactíferos (leche alveolar).
Cuando se ordeña la vaca o el ternero empieza a mamar, o simplemente ante el estímulo de cualquiera de estos dos procesos (la hora del ordeño, el sonido de la máquina de ordeño, el olor, ver o escuchar al ternero), la vaca secreta oxitocina y se contraen las células musculares que rodean a las células secretoras de los alvéolos, las células mioepiteliales. Esto es lo que se conoce como «bajada de la leche» y hace que se pueda extraer toda la leche de la ubre de vaca.
En este enlace se ofrece una visión desenfadada sobre la fisiología de la producción láctea.