La digitalización y el internet de las cosas son dos elementos que están marcando una nueva era iniciada a finales del siglo XX. La agricultura y la ganadería no son ajenas a dichos procesos, y por eso hace tiempo que se habla de “Smart Farming” o “Granjas Inteligentes”, término que hace referencia a otro más habitual y conocido en el sector, como la agricultura y la ganadería de precisión.
La aplicación de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) a la producción agraria ofrece la posibilidad de cultivar y criar ganado llevando a cabo un uso más eficiente, preciso y sostenible de los recursos: agua, energía, alimentación, fitosanitarios, fertilizantes... Para ello, las nuevas herramientas de trabajo están relacionadas con sensores, sistemas de geoposicionamiento, drones, robots y, finalmente, big data, que bien entendidos y comprendidos ayudarán a que agricultores y ganaderos tomen decisiones más acertadas en sus cultivos y en sus ganados.
Por ello, se denomina agricultura y ganadería de precisión, porque los insumos se usan de forma mucho más precisa y eficiente, con el objetivo de producir más con menos.
Quizás, una buena forma de sintetizarlo, sería la siguiente: “si no medimos, no controlamos; si no controlamos, no conocemos; y si no conocemos, no podemos tomar decisiones acertadas y gestionar correctamente”.
Las nuevas tecnologías incorporadas a las explotaciones ganaderas están suponiendo un importante cambio para el ganadero y para el sistema de producción pecuaria, y no sólo en cuanto a productividad, sino también en cuanto a comodidad para el gestor de la granja.
Los sistemas y aplicaciones relacionados con lel smart farming son diferentes y variados, y se vinculan con diversos aspectos, de manera que se puede monitorizar y controlar tanto al animal, como su entorno, es decir, la granja.
De este modo, uno de los sistemas de control más sencillos para el ganado que pasta en extensivo es el de la geolocalización de las reses a través de sensores, que facilitan encontrar a los animales cuando alguno se extravía.
En este sentido, en las granjas también se pueden instalar cámaras y altavoces que ayudan a que el ganadero pueda vigilar el comportamiento de su ganado.
Mediante sensores, también se pueden monitorizar el bienestar de los animales, ya que se puede conocer su temperatura corporal, sus ganancias o pérdidas de peso, posibles cambios en la conducta de la alimentación o de la rumia o variaciones en la actividad física. Con este tipo de controles, se pueden detectar situaciones anómalas o enfermedades y adelantarse a ponerles remedio.
En la fase de la reproducción, también existen crotales y collares que, mediante sensores detectan el celo de los animales para optimizar el apareamiento y la inseminación. Todos estos datos, además, se pueden gestionar mediante webs o apps determinadas y hacer proyecciones de evolución.
Por otra parte, con sensores también se puede monitorizar la temperatura y la humedad de las granjas o medir el consumo de agua y de energía.
La ganadería de precisión pone a disposición del ganadero una serie de herramientas que le pueden reducir la carga de trabajo, facilitar una mejor gestión del ganado (y en ocasiones, incluso con un mayor número de animales).