El scrapie o tembladera es una enfermedad muy especial, causada por unos agentes poco conocidos, los priones. En el artículo Tembladera ovina y caprina: una misteriosa enfermedad vimos las características de esta patología, mientras que en este artículo vamos a centrarnos en las repercusiones sociopolíticas que ha tenido en los últimos 35 años, desde la aparición de su “hermana”, la encefalopatía espongiforme bovina.
La encefalopatía espongiforme bovina o enfermedad de las vacas locas apareció debido a la alimentación del ganado vacuno con harinas de carne y hueso de ovejas afectadas de scrapie.
El scrapie o tembladera ovina se conoce desde hace 250 años, aunque durante la mayor parte de estos siglos no se sabía cuál era el origen. En 1936 se estableció que era transmisible o contagiosa, pero seguía sin conocerse la causa, al no poder detectarse la presencia de ningún virus, bacteria u hongo. En 1947 apareció una enfermedad sospechosamente similar en una granja de visones en EE. UU. que habían sido alimentados con restos de ovejas, sin que saltaran las alarmas, y finalmente en 1986 en Reino Unido 155.000 bovinos domésticos fueron diagnosticados de una nueva enfermedad muy parecida al scrapie, a la que llamaron encefalopatía espongiforme bovina (EEB) o enfermedad de las vacas locas. No fue hasta 1987, un año después de este brote, cuando se puso nombre al agente causal de las encefalopatías espongiformes: el prion.
Estos animales habían sido alimentados con piensos que contenían carne, huesos y otros restos de ovejas, algunas con toda probabilidad afectadas de scrapie. No se ha dado ningún caso de EEB en bóvidos nacidos tras la prohibición del empleo de harinas de carne para la alimentación de rumiantes, por lo que parece evidente la relación causa-efecto entre dieta y enfermedad.
La gran crisis se produjo en 1996, cuando un comité de expertos del gobierno del Reino Unido emitió un informe en el que, al analizar 10 casos de personas jóvenes afectadas de una nueva enfermedad fatal, concluyó que esta podía estar relacionada con la ingestión de carne de vacas afectadas de EEB. A esta nueva enfermedad se la llamó “variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob”, por su similitud con dicha enfermedad, y causó la muerte irremediable de todos los pacientes. Este informe desencadenó una enorme alarma sanitaria, y se procedió al sacrificio de 2 millones de cabezas de ganado bovino en el país y al bloqueo de la comercialización de su carne a todo el mundo.
Como consecuencia de esta crisis se empezaron a redactar las leyes de seguridad alimentaria que conocemos y se aplican hoy en día. Por primera vez, el foco de la opinión pública a nivel internacional se puso en la relación entre salud animal y humana y en la necesidad de medidas de regulación y control que impidieran, o al menos dificultaran, la aparición de nuevas enfermedades en el ganado y su transmisión a las personas.
Los programas de control, vigilancia y erradicación de las encefalopatías espongiformes de los rumiantes han ido evolucionando con los años. El miedo de la población, unido al desconocimiento sobre los priones causantes de estas enfermedades, hicieron que los gobiernos eligieran una aproximación muy conservadora y estricta al problema, empezando, como ya se ha mencionado, por el sacrificio de todos los bovinos adultos del Reino Unido y el bloqueo de las exportaciones desde este país.
En España, siguiendo las instrucciones de la Unión Europea reunidas en el Reglamento 999/2001, las medidas adoptadas incluyeron la instauración de campañas de toma de muestras y análisis en todas las explotaciones, el sacrificio de animales sospechosos, la prohibición de elaborar piensos con carne de rumiantes para alimentar al ganado y la obligación de destruir los tejidos de alto riesgo, entre otras.
En el caso del ganado ovino y caprino, este se vio indirectamente afectado por todo este revuelo, ya que no se sabía si el scrapie podía ser también una zoonosis, y si la existencia de esta enfermedad significaba necesariamente que fueran a seguir apareciendo casos de EEB. Con los años se han ido realizando estudios científicos que confirman que no es una zoonosis y que el número de casos que aparecen en nuestro país es muy bajo, por lo que las medidas se han ido relajando y la tendencia es que sigan haciéndolo en los años venideros.
En el año 2021 se analizaron 53.640 animales, de los cuales se registraron 235 animales positivos (190 ovejas y 45 cabras) distribuidos en 18 focos, 10 de scrapie clásico y 8 de scrapie atípico. El número de focos ha ido descendiendo ligeramente en los últimos 15 años, desde que se empezaron a hacer análisis sistemáticos. Fuente: MAPA.
En la primera mitad de 2022 se han registrado 13 focos de scrapie en nuestro país, 10 en explotaciones ovinas y 3 en caprinas, 7 de scrapie clásico y 6 de atípico. Fuente: MAPA.
Los MER son las siglas que identifican los materiales específicos de riesgo, una categoría para referirse a las partes de la canal de los rumiantes que se consideran potencialmente portadoras de priones causantes de encefalopatías espongiformes trasmisibles. Estos tejidos deben retirarse de la cadena alimentaria, tanto humana como animal, y tampoco se les puede dar ningún otro uso, sino que deben ser destruidos mediante incineración.
La legislación actual, guiada por la OIE, respecto a los MER distingue países con riesgo controlado de EEB y países con riesgo insignificante de EEB, entre los cuales se incluye España. Esta distinción define exactamente qué partes de la canal se consideran MER en cada país, que se resumen en el siguiente cuadro:
Fuente: AESAN.
Según el Reglamento CE 1069/2009, los MER entran dentro de la categoría 1 de los subproductos animales no destinados a consumo humano (SANDACH) que se obtienen en los mataderos y salas de despiece. Esta es la categoría más estricta y que se debe manipular con más precaución y garantizar con total seguridad que estos productos son eliminados. En esta categoría también encontramos, por ejemplo, los cadáveres de animales de experimentación, de compañía, de zoológicos, de circos y de animales salvajes sospechosos de sufrir enfermedades trasmisibles, los productos procedentes de animales que no han respetado los periodos de retirada de medicamentos o se les han aplicado tratamientos ilegales, los productos con niveles ilegales de sustancias contaminantes o tóxicas…