Tras el parto es necesario que las hembras expulsen la placenta y todos los restos de líquidos y tejidos fetales, ya que se pudren rápidamente y pueden ocasionar una infección aguda gravísima e incluso la muerte del animal. ¿Por qué, en ocasiones, no se expulsa la placenta? ¿Cuáles son las particularidades de la placenta que se relacionan con la retención placentaria en rumiantes?
La placenta de los rumiantes no es como la de las mujeres. En el ser humano la placenta es un tejido compacto situado únicamente a un lado del feto, mientras que en los rumiantes la placenta se forma en toda la superficie de las membranas fetales rodeando por completo al feto. Por este motivo, en rumiantes se usan indistintamente el término “membranas fetales” y el de “placenta”.
La placenta de los rumiantes es múltiple cotiledonaria. ¿Qué quiere decir esto? Significa que la unión entre los tejidos maternos y fetales para aproximar sus respectivos vasos sanguíneos se produce en varios puntos localizados, llamados placentomas, repartidos por toda la superficie de la envoltura del feto, como “a topos”. En una sola placenta bovina podemos encontrar entre 120 y 150 placentomas. Estos placetomas se forman por la unión de dos estructuras: la mucosa uterina se modifica para formar unos botones llamados carúnculas, en los que se infiltran los cotiledones del corion fetal, y quedan fijados entre sí durante la gestación por fibras de colágeno.
La placenta de los rumiantes es múltiple cotiledonaria. Los puntos de más estrecho contacto entre la madre y el feto son los placentomas.
Cuando los cotiledones se desprenden correctamente tras el parto, el daño al útero materno es mínimo y hay poco sangrado ya que no ha habido destrucción de la mucosa. Las carúnculas involucionan y el útero se recupera rápidamente, en unos 25 a 39 días. En otras especies, los tejidos fetales invaden y se “entierran” en la mucosa uterina, por lo que en el momento de expulsar la placenta debe desgarrarse.
En el periparto, debido a múltiples mecanismos hormonales, vasculares y mecánicos, le estrecha unión entre cotiledón y carúncula en los placentomas empieza a debilitarse, culminando en su completa separación tras la expulsión del feto. Cuando esta unión no se rompe, ocurre una retención placentaria. Lo normal es que las membranas fetales se expulsen antes de las 6 horas siguientes, en lo que se denomina alumbramiento. La manifestación clínica de la retención placentaria se hace patente cuando las membranas no se expulsan pasadas 12-24 horas del parto en las vacas y 12-18 horas en cabras y ovejas.
La mayor parte de los casos de retención placentaria en rumiantes ocurren por un fallo en el desprendimiento de las membranas fetales del útero materno, por el mecanismo que acabamos de explicar. Sin embargo, en un pequeño porcentaje de los casos la placenta sí se desprende, pero debido a una atonía uterina o a una obstrucción en el canal del parto es imposible la expulsión de dichos tejidos.
La retención placentaria es más común en las vacas que en los pequeños rumiantes, aunque se está registrando un aumento de los casos en cabras de leche. Dentro de la especie bovina, es más frecuente que ocurra en razas de leche, en las que la incidencia de esta enfermedad es de un 7% (es decir, ocurre en 7 de cada 100 partos).
Las causas de que este desprendimiento fracase son muchas e interrelacionadas, y es difícil acotar en cada caso un único motivo. En general, podemos dividir las posibles causas en cuatro categorías: obstétricas, hormonales/iatrogénicas, nutricionales o metabólicas e infecciosas, además de la predisposición individual o de raza. En la mayoría de estos casos la retención placentaria en rumiantes es un efecto secundario de la inflamación o del edema de los placentomas, que dificulta su separación.
En ovejas los factores que predisponen a sufrir una retención placentaria también son los mismos, pero los más importantes son principalmente dos: las enfermedades infecciosas y las deficiencias nutricionales (selenio, vitamina E, fósforo, zinc o calcio). En vacas, ovejas y cabras la retención placentaria es la complicación más habitual que puede ocurrir tras la realización de una cesárea.
Las consecuencias de la retención placentaria son variadas, así como las aproximaciones a su tratamiento, control y prevención. Desarrollaremos estos temas en el siguiente artículo, Retención placentaria en rumiantes II: qué podemos hacer.