Ya en tiempos prehispánicos, los aborígenes de las islas Canarias criaban ovejas sin lana, procedentes de África. Con la adhesión por parte de España y los viajes a América, que pasaban por Canarias, se trajeron ovejas lanadas de la península y se cruzaron con las locales, dando las razas actuales Canaria y Palmera, ambas de lana basta. Todas ellas son muy rústicas, adaptadas al clima árido semitropical de las islas, y se crían aprovechando el pastoreo y los subproductos agrícolas, dando a cambio mucho estiércol para fertilizar la tierra, que en Canarias no hay en exceso. Todas ellas se encuentran en el grupo de razas autóctonas amenazadas.
¿Una oveja sin lana?
Las ovejas de la raza Canaria de Pelo son completamente distintas al resto de razas autóctonas españolas. Provienen de una rama evolutiva muy alejada, las ovejas domésticas africanas, muchas de las cuales tienen poca o nada de lana, y es de suponer que los primeros habitantes de las islas las trajeran consigo. Son ovejas mucho mejor adaptadas al calor, lo que ha permitido la expansión de este tipo de razas deslanadas en zonas tropicales y áridas de África y Sudamérica. De hecho, las razas actuales de ovejas de pelo en este segundo continente, como la Santa Inés o la Morada Nova, son descendientes de las ovejas de pelo canarias que llevaron los conquistadores españoles al Nuevo Mundo.
Se trata de animales de tamaño mediano a grande, musculosos y por tanto con buena conformación cárnica, acornes, la mayoría de coloración bermeja más clara (lavada) o más oscura (cereza), aunque también se pueden encontrar ejemplares pintos, con la barriga negra, blancos y negros.
La gran ventaja productiva de esta raza es que su ausencia de lana significa que no hace falta esquilarla, lo cual supone un ahorro todos los años en mano de obra y tiempo de trabajo. Además, hoy en día que la lana está tan depreciada y muchos ganaderos tienen problemas para venderla o incluso deshacerse de ella, es un problema que se evita.
En las islas que habitan, especialmente en Tenerife, estas ovejas están asociadas a la agricultura del plátano y del tomate, alimentándose de sus subproductos y produciendo estiércol para fertilizar los campos de cultivo (en Canarias, al haber poca industria ganadera intensiva, no les sobra el abono natural). Gracias a esta labor su censo está en aumento, actualmente hay registrados 2.700 animales adultos.
En estudios genéticos realizados sobre estos animales se encontró que el 14,3% de los machos y el 6,5% de las hembras poseen la variante VRQ del gen causante del Scrapie. Poseer este gen hace a los animales más sensibles a dicha enfermedad.
La oveja Canaria de Pelo tiene genética africana y es la única de las razas autóctonas españolas que no tiene lana, lo que supone una ventaja en zonas cálidas. Cedida por Todorumiantes S.L.P.
La raza Canaria, numerosa y buena lechera
Las ovejas Canarias son ovejas descendientes de las Canarias de Pelo cruzadas con las ovejas importadas de la península, con mayor influencia de las ovejas de lana basta de la época (de las razas Churra y Latxa principalmente). A ellas se asemeja, sobre todo en dos cualidades clave: la lana basta y la producción lechera. Son de tamaño mediano a grande, con grandes cuernos los machos y acornes las hembras, y mamas simétricas, globulares y con pezones bien insertados. El color de su piel puede ser blanco, marrón o negro, puro o mezclado, y el color de su vellón también, resultando en combinaciones muy heterogéneas.
Es muy rústica y tiene la capacidad de adaptarse y prosperar en climas muy distintos, como son las zonas húmedas y lluviosas del norte y las zonas secas y áridas del sur de Gran Canaria. El sistema de explotación es extensivo y se alimentan de pastos, muchas veces sin supervisión del ganadero. En las explotaciones en las que se ordeña diariamente, lógicamente la supervisión y la presión de manejo es mayor, aunque el pequeño tamaño de los rebaños hace que sea factible, y también más barato, ordeñar a mano. Las ovejas en lactación se suelen suplementar con forrajes cultivados, sobre todo veza, avena, maíz y col forrajera, para mejorar la producción lechera.
Con su leche se fabrican quesos como la DOP Flor de Guía, que incluye tres variedades dependiendo del producto utilizado para provocar la coagulación de la leche (cuajo vegetal o animal). Estos quesos deben contener, como mínimo, un 60% de leche de ovejas de raza Canaria, pudiendo estar mezclada con leche de vaca Canaria y sus cruces y/o de cabra de alguna de las razas canarias (Tinerfeña, Palmera y Majorera). Las explotaciones y las queserías deben encontrarse en la comarca noroeste de la isla de Gran Canaria.
La oveja Canaria es la más numerosa del archipiélago y posee un censo nada despreciable, 11.300 adultos, mayoritariamente localizados en la isla de Gran Canaria. Marianne Perdomo bajo licencia CC 2.0.
La oveja Palmera está casi extinta
Igual que la anterior, es de tipología churra, con su lana basta característica, pero de color enteramente blanco. Esta raza, autóctona de la isla de la Palma, se encuentra en serio peligro de extinción (menos de 300 ejemplares desde hace varios años), y los ganaderos miembros de la Asociación de Criadores de Oveja Palmera que las crían lo hacen más por conservar la raza de forma altruista que por obtener un beneficio económico. Sus números empezaron a caer ya en la década de los años 60, con la depreciación de la lana y la introducción de otras razas más productivas.
Su papel medioambiental en una isla como la Palma, que es una reserva de la biosfera, es importantísimo: prevención de incendios mediante el pastoreo, diseminación de semillas con las heces y abono del suelo con ellas, y mantenimiento de caminos y senderos rurales por los que se desplazan.
La oveja de raza Palmera se encuentra en serio peligro de extinción. Es, junto a la Ibicenca, la raza más amenazada de todas las autóctonas españolas. Cedido por ACOVEPAL (Asociación de Ganaderos de la raza Ovina Palmera).
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