Cuando se habla de eficiencia, básicamente se entiende que es conseguir más con menos. De hecho, la definición de la Real Academia de la Lengua Española define eficiencia como “la capacidad de lograr los resultados deseados con el mínimo posible de recursos”.
No obstante, cuando se trata de eficiencia ganadera, al ser un concepto económico muy importante, los entendidos en dicha materia diferencian entre la eficiencia técnica (que es que transforma los inputs o insumos en outputs o productos para la comercialización) de la eficiencia económica (que hace referencia a los insputs o insumos necesarios para producir con el mínio coste posible un output o producto para la comercialización).
De este modo, la eficiencia técnica no implica necesariamente la eficiencia económica, sin embargo, la eficiencia económica no se puede conseguir sin la eficiencia técnica.
En ganadería, el concepto de eficiencia consiste en analizar cómo se utilizan los factores productivos en las granjas (alimentación, agua, suelo, etc) y relacionarlos con los costes de producción. Posteriormente, también es necesario relacionarlos con los resultados económicos obtenidos en la explotación ganadera. Conociendo estos datos, se pueden establecer medidas que ayuden a conseguir mejores resultados con menos inversión en insumos, y por tanto, aumentar la eficiencia en el ganado. Esto suele ser resultar muy útil, principalmente, para medir el coste de la alimentación.
Por otra parte, en ganadería también existe el concepto de eficiencia biológica, que tiene que ver con la supervivencia de los animales, y su capacidad de producción y rendimiento, lo que puede convertir a una raza más favorable que otra para su cría (de hecho, la eficiencia biológica es la razón que ha llevado a desarrollar, a través de los cruces genéticos, razas más eficientes).
Precisamente en este apartado de eficiencia biológica también se puede vincular un aspecto que en los últimos años se ha incorporado a la eficiencia económica, y es el valor medioambiental de una ganadería frente a otra. En este punto, los rumiantes se encuentran en el punto de mira porque en el rumen generan gases efecto invernadero muy impactantes como el metano, sin embargo, es un contaminante que posee una vida media en la atmósfera de unos 10 ó 12 años (frente al CO2 que dura unos 20). Por ello, hace años que se viene trabajando en diferentes estrategias para reducir las emisiones de metano de los rumiantes, principalmente a través de dietas equilibradas, determinados aditivos o algas que reducen la producción de metano o, incluso, en vacuno, una selección genética de animales que producen menos emisiones.
Actualmente, la digitalización es una de las herramientas más valiosa para obtener datos, analizarlos y ayudar al ganadero a tomar mejores decisiones con el fin de mejorar la eficiencia ganadera de su granja. Para aplicar y llevar a la práctica esta ganadería de precisión, a finales de 2022 se creó en Andalucía el Grupo Operativo MEGA, cuyo objetivo es implementar el uso de las nuevas tecnologías para mejorar la viabilidad de las explotaciones de vacuno, ovino y caprino extensivo en la región.
Este proyecto plantea desarrollar una serie de índices o indicadores ganaderos que sirvan como nuevos parámetros en eficiencia ganadera. Asimismo, el trabajo se llevará a cabo a través de una plataforma web y una app que facilite a los técnicos de las explotaciones y a los ganaderos la recogida de datos, información que una vez almacenada e interpretada, ayudará al ganadero a identificar los animales más improductivos de su cabaña.
Por otra parte, también se tendrá muy en cuenta reducir el impacto ambiental de los rumiantes y mejorar la gestión y eficacia medioambiental de la ganadería extensiva, que deberá adaptarse al cambio climático al tiempo que colabora a su mitigación.