La gestión adecuada de una granja de pequeños rumiantes se basa en cinco pilares fundamentales, que garantizan la salud y productividad de los animales. Estos pilares son esenciales para el funcionamiento óptimo del establecimiento ganadero.
La alimentación en granjas de pequeños rumiantes, ovejas y cabras, es un aspecto esencial para garantizar su salud, reforzando su sistema inmunitario, la productividad y el bienestar.
Los requerimientos nutricionales varían según la etapa productiva: durante la gestación o lactancia, las hembras necesitan dietas con mayor contenido de energía y proteínas. También se recomienda incluir minerales como calcio y fósforo, y proporcionar bloques o sales minerales para prevenir deficiencias.
El pastoreo es una práctica común y beneficiosa, ya que permite a los animales consumir una variedad de plantas y realizar ejercicio. Sin embargo, en períodos de escasez, como el invierno o la sequía, es crucial suplementar su dieta con heno, ensilado o subproductos agrícolas.
La planificación de la alimentación debe adaptarse a las condiciones climáticas y a las necesidades específicas del rebaño, siempre priorizando una nutrición balanceada para maximizar la producción y mantener a los animales saludables.
El estado sanitario y la prevención de enfermedades son esenciales para la productividad en granjas de pequeños rumiantes. La prevención de enfermedades incluye programas adecuados de vacunación, la desparasitación y buenas prácticas de manejo y bioseguridad. Invertir en salud animal reduce riesgos, mejora la eficiencia y asegura la sostenibilidad de la granja.
La planificación reproductiva en granjas de pequeños rumiantes es esencial para optimizar la productividad, y mantenerla a lo largo de todo el año, evitando la estacionalidad en la producción.
Es además clave para organizar las tareas y el calendario de trabajo en la granja, facilitando la gestión del personal y mejorando la eficiencia operativa.
Al planificar, se reduce el riesgo de enfermedades reproductivas y se optimiza el manejo del rebaño.
Todo ello aumenta la rentabilidad, mejora el bienestar animal y asegura la sostenibilidad de las explotaciones a largo plazo.
Nos permiten precisamente reducir la mencionada estacionalidad de las producciones, tan marcada en los pequeños rumiantes, mejorando los resultados positivos de las ecografías en época de primavera-verano. Esto significa parideras mejores en otoño, mayores producciones de carne y leche y, por tanto, mejor eficiencia y rentabilidad de la granja.
A pesar de ser en ocasiones los grandes olvidados, en las granjas de pequeños rumiantes, los machos desempeñan un papel crucial en la reproducción y la mejora genética del rebaño, por lo que no deben ser descuidados. Un macho sano y bien manejado garantiza tasas de fertilidad altas, nacimientos regulares y la perpetuación de características deseables en la descendencia.
Es por ello necesario proporcionarles una nutrición y cuidados sanitarios adecuados, especialmente en épocas de apareamiento, ya que esto afecta directamente su desempeño reproductivo.
Finalmente, la selección de machos con buenas características genéticas contribuye a la mejora continua del rebaño, impactando positivamente en la productividad y sostenibilidad de la granja.
Según explica Javier Acosta, técnico en pequeños rumiantes de Ceva Salud Animal, en la atención y el cuidado de estos cinco pilares está la clave para mejorar la productividad, la rentabilidad y, por ende, alcanzar el éxito en una granja de pequeños rumiantes.