La gestión nutricional de las vacas preñadas es un pilar fundamental para el éxito productivo y económico de las explotaciones de bovino de leche. Un ajuste a la baja en la concentración energética de la ración durante el preparto es la clave para lograr que las vacas mantengan un alto nivel de ingesta en el posparto, evitando así un balance energético negativo al inicio de la lactación y los correspondientes trastornos metabólicos.
El intervalo entre partos lo decide todo
En las explotaciones comerciales de vacuno lechero, se intenta que la concepción tenga lugar al inicio de la lactación, idealmente antes de los 100 días después del parto; así, el objetivo de obtener un beneficio positivo se vincula con el objetivo técnico de un parto por vaca y año o, mejor aún, de un ternero por vaca y año.
El intervalo entre partos tiene claros efectos sobre los costes variables y de alimentación. Por este motivo, la mejor recomendación para mejorar la rentabilidad de la explotación de bovino de leche es que el intervalo entre partos se sitúe en 12-13 meses; de hecho, se han estimado unas pérdidas en la producción anual de 8,6 kg de leche por cada día que las vacas no quedan preñadas en el período situado entre los 40 y los 140 días de lactación.
Bienestar y profilaxis sanitaria son las bases
Unos índices de fertilidad inadecuados pueden derivar del estrés y el estrés deriva, a su vez, de un mal manejo, y especialmente de una falta de confort. Por este motivo, es fundamental prestar atención al diseño y mantenimiento de las estabulaciones para las vacas preñadas procurando que haya más espacios de acceso al alimento que vacas, y que estas puedan descansar al menos 10-12 horas diarias.
En cuanto al manejo sanitario, deberá hacerse hincapié en la vacunación contra las enfermedades víricas abortivas más importantes (diarrea vírica bovina, leptospirosis o rinotraqueítis) y en el uso de pienso y forrajes de calidad para prevenir contaminaciones y proliferaciones bacterianas o fúngicas, todo ello enmarcado en un plan de bioseguridad completo que deberá observar cuarentenas y pruebas dedetección, sobre todo del virus de la diarrea vírica bovina.
Vaca en avanzado estado de gestación. En esta fase la vaca no podrá comer mucha cantidad de alimento ya que el feto ocupa casi todo su abdomen. Es importante proporcionarle una dieta elevada en calcio para el inicio de la producción láctea.
Preparto: la paradoja energética, menos es más
Los dos últimos meses de la gestación en vacas preñadas constituyen el periodo de máxima demanda energética por parte del feto, que se encuentra en el punto álgido de su desarrollo. Esta fase es el denominado periodo seco, ya que finaliza la lactación del parto anterior.
Dadas las exigencias nutricionales que ello conlleva, es fundamental adecuar la ración. Para tal fin, lo correcto es crear dos grupos: el que se encuentre en las primeras etapas del secado y el que se halle en las tres últimas semanas preparto, puesto que las necesidades variarán rápidamente. También es importante el postparto, ya que al comenzar la lactación la demanda energética sube muchísimo.
Aunque pueda parecer paradójico, en las semanas preparto el aporte energético debe ser comedido, para que la vaca se acostumbre a comer todo el volumen que las dimensiones del feto le permitan, y no deposite grasas. De esta forma, cuando tras el parto le cambiemos la dieta a una mucho más energética, comerá mucha más cantidad y mantendrá mejor la condición corporal y los balances energéticos, y ayudará a prevenir problemas metabólicos como la cetosis.
La conservación de la condición corporal hará que la vaca quede preñada más fácilmente. La pérdida excesiva de condición corporal que deje a la vaca por debajo de los 2 puntos tendrá efectos fatales sobre los índices de fertilidad.
Tras el parto, la vaca inicia una movilización masiva de calcio desde los huesos y aumenta drásticamente su necesidad de absorción de este mineral a nivel intestinal, mientras que durante los dos últimos meses de gestación esta necesidad no es tan acusada; favorecer tal movilización de calcio óseo 15-20 días antes del parto ayudará a que sea un proceso progresivo y facilitará la prevención de ciertos problemas sanitarios (fiebre de la leche, hipocalcemia, mastitis).
Al formular la ración de preparto también es importante tener en cuenta el nivel de proteína del alimento. Dado que al final del secado la vaca ya está generando calostro, que es indispensable para el correcto desarrollo de las novillas, se deberá garantizar un aporte mínimo del 15% de proteína bruta.
Cetosis o el límite de la capacidad del hígado
Al principio de la lactación, sobre todo en vacas con genética de alto potencial productivo, la demanda de energía sufre un rápido y drástico aumento para afrontar la producción de leche. Si no se han proporcionado racionamientos específicos para preparto y posparto la glucosa disponible se agota, y el hígado debe buscar fuentes energéticas alternativas: las grasas. La movilización masiva de grasa satura al hígado y termina con la acumulación en la sangre y la orina de unos compuestos tóxicos denominados cuerpos cetónicos, que generan una enfermedad metabólica llamada cetosis.
La cetosis causa pérdidas en la producción láctea, inapetencia, debilidad y mayor susceptibilidad a otras enfermedades. La prevención mediante una ración ajustada al preparto y al posparto es la clave.
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Equipo Ceva Salud Animal
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