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Pezuñas de vaca: La importancia de mantenerlas sanas

Escrito por Equipo Ceva Salud Animal | Mar 21, 2022 8:07:00 AM

Las pezuñas son el soporte de nuestras vacas, y, como tal, repercuten en muchos aspectos de su salud, confort, bienestar y productividad. Las cojeras son la tercera causa de pérdidas económicas en las explotaciones de vacuno lechero.

Así son las pezuñas de vaca

Las pezuñas de vaca son el recubrimiento córneo de los dedos de la vaca, aunque se suele considerar que incluyen todas las estructuras anatómicas que están a ese nivel (últimas falanges, almohadilla digital, etc.). Se distinguen externamente:

  • La pared, que es la parte más visible y la más gruesa.
  • La suela, que cierra la pezuña por la parte inferior, apenas tiene 1 cm de grosor y se une a la pared por la zona alba, una línea de tejido córneo más blando.
  • Los bulbos, de tejido córneo también más blando, en la parte posterior y que contienen la almohadilla digital.


Está formada por tejido cornificado, insensible (como nuestras uñas), compuesto de queratina, minerales y un 30% de agua, proporción que aumenta en las pezuñas enfermas.

En la unión de la pezuña de la vaca con la piel encontramos el periople (tejido córneo más blando, equivalente a la cutícula de nuestras uñas). La parte superior es el borde coronario, que acoge un tejido dérmico muy vascularizado, el corion coronario, responsable del crecimiento de la pared a un ritmo medio de 6 cm al año, con lo cual se considera que en un año se reemplaza la totalidad del estuche córneo de la pezuña. Hay que tener en cuenta que la velocidad de crecimiento es mayor en primavera y verano, con lo cual conviene esperar hasta los meses de invierno para recortar las pezuñas.

Entre el recubrimiento córneo y las falanges encontramos otros dos tejidos dérmicos, el corion de la suela en la parte plantar y el corion laminar en el espacio interior de la pared. Este último se llama así porque en este espacio podemos encontrar una serie de laminillas de queratina, hasta 1500 en los toros (de ahí el nombre de laminitis a las inflamaciones que afectan a este tejido). El corion se encarga de la nutrición y crecimiento del tejido y está muy inervado, transmitiendo así las sensaciones del animal en el apoyo y el dolor en casos de lesión o enfermedad.

Un problema muy común, ¡y muy costoso!

Las cojeras se encuentran entre las patologías más frecuentes en las pezuñas de vacas lecheras, y la mayoría ocurren debido a defectos en las pezuñas, sobre todo posteriores. Son la tercera causa de pérdidas económicas en las explotaciones de vacuno lechero, por detrás de la infertilidad y las mastitis, por lo que debemos prestarles mucha atención.

La prevalencia de cojeras varía según los estudios, el país y el tipo de explotación. Por ejemplo, en EE.UU. se encuentran desde el 10% hasta el 55% en rebaños lecheros, mientras que en cebaderos de Alberta la prevalencia de terneros diagnosticados y tratados de cojeras fue solo del 4,48%.

Probablemente los datos de prevalencia estén infravalorados al ser una patología no contagiosa y relativamente “individual” (aunque si la causa es un fallo generalizado en la explotación, se encontrará en muchos animales), por la que el ganadero no suele llamar al veterinario. Según estudios realizados en Holanda, la probabilidad de llamar al veterinario era del 1% en casos de dermatitis digital, hemorragia de suela, laminitis o hiperplasia interdigital, y del 5% en caso de dermatitis interdigital o úlcera de la suela. Esto indica que muchos procesos se ignoran, se pospone su tratamiento (de 1 semana a 1 mes) o son tratados sin intervención del veterinario.

Las cojeras causan dolor, pérdida de movilidad, inapetencia y la consiguiente disminución de la ingesta de alimento y por tanto descenso en la producción láctea y pérdida de peso. Esto lleva a una peor condición corporal, que a su vez repercute sobre la fertilidad y la capacidad inmunitaria de la vaca, por lo que será más susceptible a contraer otras enfermedades, como mastitis. En resumen, un animal con cojeras es un animal con índices productivos y reproductivos disminuidos, y será más probable que sea eliminado de la explotación antes del final de su vida útil.

Es un error, por tanto, considerar a las cojeras como un problema menor, aunque no afecten directamente a órganos vitales, ni a la ubre, ni causen abortos, etc., y la vaca normalmente muestre signos clínicos discretos. Sin embargo, como hemos señalado, sus consecuencias repercuten económicamente más de lo que nos imaginamos.

En el siguiente diagrama se dividen los costes en gastos y pérdidas derivadas de la presentación de cojeras en la explotación. Los valores varían según el año y el país, por lo que no se dan cifras concretas, pero constituye una buena guía para aplicarla a una situación concreta con los datos de cada explotación.

Diagrama de costes derivados de cojeras. Fuente: Dolecheck K. y Bewley J.

Teniendo todo esto en cuenta, resulta evidente que es más rentable invertir en medidas de prevención para minimizar la aparición de patologías en las pezuñas, que esperar a que aparezcan y pagar (literalmente) las consecuencias.

¿Cómo podemos evitar las enfermedades de la pezuña en las vacas?

Lo principal es realizar una buena supervisión y chequeo regular de las extremidades. Llevar un control por escrito individualizado nos ayudará a identificar a las vacas que más tendencia tengan a sufrir patologías podales o sobrecrecimientos y así poder estar más pendientes de ellas. También debemos analizar el tipo y causas de las cojeras que se nos presentan, y con qué factor externo pueden estar relacionadas: dieta, tipo y dureza del suelo, higiene, humedad, temperatura, concentración de animales y proporción de cubículos de descanso, que repercutirá en las horas que la vaca pasa tumbada.

En función de estos factores podemos orientarnos hacia una primera clasificación de las cojeras: tipo laminitis o de tipo ambiental. Para evitar las cojeras de tipo ambiental, además de mejorar las instalaciones, en ocasiones es necesario un pediluvio, una zona de paso obligatorio con líquido desinfectante en la que se sumergen las pezuñas de vaca.

Finalmente, la mejor profilaxis para evitar problemas en las pezuñas es el recorte funcional. El recorte funcional consiste en dar forma a la pezuña de la vaca eliminando zonas sobrecrecidas y zonas de casco viejo y resquebrajado. Sirve para sanear el tejido córneo, que es un tejido en constante crecimiento, equilibrar vicios posturales y de apoyo tanto entre pezuñas como entre extremidades, asegurar la limpieza e identificar la presencia de surcos indeseados, huecos o infecciones internas.

Lo ideal es realizar el recorte funcional de las pezuñas de vaca una o dos veces al año, los momentos clave son al secado y a los 150 días de lactación. Dependiendo de cada explotación puede haber animales que no lo necesiten con tanta frecuencia, y para elegir aquellos que sí lo necesiten utilizaremos el registro al que nos referíamos anteriormente.

Si quieres profundizar sobre el recorte funcional de las pezuñas de las vacas puedes consultar este artículo.