El esquilado es una labor imprescindible en la producción de ganado ovino de todas las razas. Antiguamente la lana era el producto principal de las explotaciones ovinas. Hoy en día es un material muy depreciado, pero no por ello las ovejas dejan de producirlo, y sigue siendo necesario esquilar a pesar de que no reporte beneficios económicos a los ganaderos.
Igual que los lobos mudan el pelaje de invierno a verano, los muflones salvajes mudan el vellón, y cabe suponer que los antecesores de las ovejas actuales también lo hacían. Sin embargo, tras miles de años de domesticación en los que se buscaba que produjeran mucha lana, tenemos hoy en día unos animales que no son capaces de mudar su gruesa capa de lana con la llegada de las altas temperaturas, y es el ser humano el que debe llevar a cabo esta tarea.
El esquilado es particularmente importante en ovejas de tipo Merino, de lana fina. Estos animales tienen la capacidad de producir lana indefinidamente, por muy larga que ya sea. En cambio, en las ovejas de lana entrefina llega un punto que no crece más, por lo que no es tanto una cuestión de que no llegue a un volumen y peso insoportable para el animal (como le pasó a esta pobre oveja Merina australiana que estuvo perdida 7 años), sino que el esquilado tiene la función de evitarles estrés térmico durante el verano y también dificultar la proliferación de ectoparásitos.
Lo más habitual es esquilar una vez al año, en primavera-verano, para facilitar a los animales la tolerancia a las altas temperaturas estivales. Los esquiladores profesionales, habitualmente organizados en cuadrillas, dedican largas jornadas al esquileo para poder finalizar la mayor cantidad posible de explotaciones en la temporada, que dura unos tres meses. Emplean máquinas similares a las de cortar el pelo de personas, pero más grandes y con cuchillas más fuertes. Siguiendo la técnica Tally-Hi, colocan a la oveja en posición sentada con el vientre hacia arriba, de modo que con una mano y el cuerpo la pueden sujetar y con la otra mano sujetan la máquina y van cortando, retirando la carcasa de lana en una sola pieza.
Cabe destacar que la lana no se puede cortar bien si está húmeda y hay riesgo de descargas eléctricas, por lo que no se debe esquilar en días de lluvia.
Algunos beneficios del esquileo son evidentes, pero otros, relacionados con los índices productivos y reproductivos, puede que te sorprendan:
Esquilar a las ovejas cuando se aproxima el parto (al menos un mes antes) favorece la higiene de la paridera y de las ubres, y facilita el amamantamiento.
Por desgracia, esquilar también tiene sus riesgos y perjuicios para la salud de los animales:
Las ovejas gestantes producen menos cortisol (la hormona del estrés) que las vacías, por lo que se recomienda esquilar en este estado.
Desde hace décadas, la bajada del precio de la lana fina de Merino ha supuesto una caída en picado de todo el sector, copado por la lana de Australia y Nueva Zelanda. Esta situación se ha agravado aún más con la pandemia, ya que una gran parte de la producción española se exportaba a China, y la ausencia de este mercado ha supuesto un hundimiento de los precios de lana merina: de en torno a 2,50 €/kg que valía en 2019 a solamente 40 céntimos en 2020. Como consecuencia directa, la lana de menos calidad de ovejas de lana entrefina, como la Manchega, la Rasa Aragonesa o la Navarra, ha pasado de valer unos 60 céntimos el kg a no llegar a 10. La artesanía local es, en muchos casos, la única opción de salida para estas lanas.
Tras el esquilado, la lana se lava y se prensa para almacenarla en sacos o balas. El desplome de los precios ha hecho que algunos ganaderos, si tienen espacio disponible, la almacenen, a la espera de que vuelva a subir su valor.
La lana de las ovejas de lana basta, como la Latxa y la Churra, hace ya años que tiene un precio muy bajo. Esta lana es demasiado gruesa para fabricar ropa, pero al menos antes se vendía a empresas de alfombras y moquetas, sobre todo en Portugal, India y China. Hoy en día esta lana no solo no tiene valor, sino que se está convirtiendo en un problema de gestión de residuos y de coste para los ganaderos. En el País Vasco y Navarra, dos comunidades con una elevada proporción de ovejas de lana basta, existen plantas en las que se transforma la lana en abono orgánico, pero son los ganaderos los que tienen que pagar, además del coste del esquilado, el transporte de la lana hasta estas plantas.