El término One Health, una sola salud, se define como una estrategia internacional para la detección, prevención y tratamiento temprano de enfermedades animales y humanas, considerando la salud humana, la animal y la medioambiental como un único todo. Esto implica que los gobiernos y los profesionales (médicos, veterinarios, ganaderos, forestales…) trabajen conjuntamente y en constante comunicación.
El concepto detrás de One Health viene planteándose desde hace años, pero no fue hasta los años 2000, con los brotes de gripe aviar, que la Asociación Médica Estadounidense recomendó el enfoque conjunto de la medicina humana y la veterinaria. Posteriormente se reunieron varias entidades globales muy importantes, como la FAO, la OIE, la OMS y el Banco Mundial, y publicaron unas guías sobre las que los gobiernos debían desarrollar políticas a aplicar con este fin.
El foco principal de estas políticas es el control de las enfermedades zoonóticas, es decir, aquellas que pueden transmitirse de los animales al ser humano. Ya se conocen muchas de estas enfermedades, algunas históricas como la tuberculosis, la rabia, la salmonelosis o la brucelosis, y otras emergentes como la gripe aviar, la Covid-19 o la encefalitis espongiforme bovina (la enfermedad de las vacas locas). El gran peligro potencial se encuentra en la más que posible aparición de nuevas enfermedades zoonóticas; se estima que existen más de 1,5 millones de virus desconocidos en la naturaleza, de los cuales 800.000 podrían dar el salto de los animales a las personas.
El enfoque One Health también implica considerar, además de las enfermedades de personas, animales domésticos y animales silvestres desde el punto de vista científico, los factores y particularidades socioeconómicas y culturales de cada región, que pueden tener graves repercusiones sobre el resto del mundo. Esto pone en evidencia la necesidad de invertir, por el bien de todos, en los países menos desarrollados, con menor vigilancia sanitaria sobre los animales domésticos y sus alimentos derivados, con climas más extremos, con mayor cantidad y variedad de animales silvestres que puedan actuar de reservorios de agente patógenos y/o con mayor contacto entre animales y personas.
El cambio climático, la superpoblación, la globalización, la libertad de movimiento de personas y mercancías, la invasión de hábitats silvestres y el auge de la ganadería intensiva para satisfacer la demanda de alimentos han supuesto, en pocas décadas, un enorme incremento del contacto entre animales domésticos, animales silvestres y personas, lo que facilita que microorganismos patógenos accedan a más especies, entre ellas la humana. En el caso de las enfermedades transmitidas por vectores (insectos y otros artrópodos que, con su picadura, inoculan el microorganismo infeccioso), el calentamiento global supone una ampliación en los hábitats de muchos de estos invertebrados, extendiendo su área de riesgo.
Además, el aumento en la densidad de cabezas de animales en estrecho contacto favorece la aparición de mutaciones en los virus, que pueden volverse más agresivos e inutilizar las vacunas, y la aplicación masiva de antibióticos en ganadería resulta en la aparición de resistencias, que dificultan el tratamiento de los animales y personas infectadas.
Debido a que muchas de las enfermedades zoonóticas provienen de animales de ganadería, es lógico que las personas con mayor contacto con ellos sean los que se encuentran en un riesgo más elevado: ganaderos, veterinarios y personal de matadero son las profesiones que se ven más comúnmente afectados por enfermedades zoonóticas, algunas de ellas mortales.
Los ganaderos, al cuidar de sus animales, son una de las profesiones con más riesgo de contagiarse de enfermedades zoonóticas.
Según el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, las actividades ganaderas con mayor exposición a zoonosis y, por tanto, en las que se debe enfatizar la precaución, son:
La asistencia al parto, peligrosa por ejemplo en el caso de la clamidiasis ovina o la fiebre Q. La fiebre Q es una de las zoonosis potencialmente graves para las personas de las que más brotes se han registrado en la última década, relacionados con los pequeños rumiantes y bovinos.
En el siguiente diagrama se reflejan las enfermedades de los rumiantes domésticos que son zoonosis en especial para los ganaderos, dado su contacto con los animales. Sobre ellas es necesario aplicar un enfoque One Health de vigilancia sobre los animales, las personas y el medio ambiente para su detección temprana, de forma que se limite su expansión y su capacidad para contagiar a más seres vivos.
Enfermedades zoonóticas de los rumiantes domésticos que pueden contagiarse a las personas, ya sea por contacto directo, por consumo de sus productos o por la contaminación de aguas de regadío.