Juntos, más allá de la salud animal

Lana de merino: alta costura, pero precios bajos

Escrito por Equipo Ceva Salud Animal | Sep 28, 2022 8:58:00 AM

La raza Merina es el paradigma de la producción lanar, y durante siglos fue el estandarte de esta industria. Sin embargo, los Merinos españoles hace tiempo que perdieron su popularidad en favor del Merino Australiano, cuya lana es habitualmente la empleada para fabricar prendas de alta calidad. ¿A qué se debe esto?

En España se produce mucha más lana entrefina

En 2020 en España se esquilaron 23.000 toneladas de lana sucia, de las cuales tan solo 7.750 toneladas eran de lana fina procedente de ovejas Merinas, en su mayoría localizadas en la comunidad autónoma de Extremadura. Las razas más numerosas de nuestro país, como la Rasa Aragonesa o la Manchega, son de lana entrefina, mucho menos valiosa, y es de este tipo de la que se produce más, 11.700 toneladas, sobre todo en Castilla la Mancha, Andalucía, Castilla y León y Aragón. La lana basta, la menos apreciada de todas, se produce en menor cantidad (algo más de 3.400 toneladas), ya que hay menos ovejas de este tipo.

Las razas de lana fina suelen tener el vellón más extendido, mayor número de fibras por milímetro de piel y estas crecen a mayor velocidad que a las razas entrefinas o bastas. Además, algunas ovejas de lana entrefina son de fibra corta o “rasas”, por lo que producen menos lana, hay que esquilarlas con menor frecuencia y su fibra es menos útil para las industrias textiles. Un destino alternativo que se está empezando a dar a estas lanas es como material de construcción por su poder aislante.

Hay varias formas de clasificar las lanas, teniendo en cuenta el grosor de su fibra, su longitud, su grado de rizamiento, la escamosidad de su superficie, la presencia de pelo entremezclado o materia vegetal… A grandes rasgos, podemos clasificar las lanas en cinco categorías atendiendo al grosor de sus fibras:

  • > 30 micras: lana basta.
  • 25 a 30 micras: lana entrefina.
  • 22 a 25 micras: lana fina.
  • 19 a 22 micras: lana superfina.
  • < 19 micras: lana extrafina.

El Merino español y el Australiano no son iguales

Mucho ha llovido desde que la lana de Merino español era la mejor del mundo. En los siglos que siguieron a la primera exportación de nuestros rebaños al resto del mundo, hubo un país que se tomó muy en serio la selección de ejemplares por la finura de su lana, y nos adelantó por la derecha. Estamos hablando de Australia.

La selección produjo una nueva raza, el Merino Australiano, con lana más fina, más larga y más abundante, de crecimiento más rápido, más extendida por el cuerpo y con pliegues en la piel con los que se gana más superficie esquilable. Mientras tanto, en España se seleccionó por aptitud cárnica, por lo que la calidad de la lana no solo no mejoró, sino que empeoró. Para comparar, los datos oficiales más recientes señalan que el grosor medio de las fibras de lana australiana es de 20,9 micras, respecto a las 24 micras del Merino español, y la producción de lana anual por ejemplar es de 4,5 kg de lana sucia, mientras que en España se sacan solo 2,27 kg. Además, el porcentaje de lana limpia que se consigue es menor en la lana española, por lo que la ganancia por oveja es mucho menor, tanto por el precio de su lana como porque se obtiene de ella menos cantidad.

Las ovejas Merinas Australianas destacan por la extensión de su vellón y los pliegues de su piel, en especial en la zona de la papada. Bernard Spragg bajo licencia CC 1.0.

 

Esta diferencia en finura es crucial a la hora de establecer el precio, pero no es el único motivo. En la zafra australiana (el mercado de subastas de la lana), las lanas extrafinas de 17 micras cuestan hasta 19 dólares el kg, algo totalmente impensable para nuestras ovejas. Pero resulta que las balas de lana de 22 micras, de finura comparable a la española, se pagan a 9,40 dólares el kg, mientras que, en España, en el mejor momento de los últimos años, se han pagado a 2 €/kg, y actualmente su precio es de 0,65 €/kg (casi ni cubre el coste del esquilado). ¿Por qué esta diferencia?

Según un estudio realizado en 2009 por un comité de expertos, uno de los principales motivos es que en España no se mide sistemáticamente el grosor de las fibras y no se separan en diferentes balas en función de su grosor, por lo que el contenido es heterogéneo. Esto repercute negativamente en el procesado industrial de la lana, ya que para obtener resultados óptimos hay que ajustar las máquinas con la mayor precisión posible. Otros parámetros, como la longitud de las fibras y la presencia de pelo o materia vegetal, también se miden en los principales países productores, contribuyendo a crear un clima de confianza entre ganaderos y compradores, que saben exactamente lo que compran y tienen la garantía de que se ajustará a sus necesidades.

Fuente: Universidad de Extremadura

¿Cómo puede mejorar la lana española y, con ella, su precio?

Las fibras dañadas por el sol y otros agentes ambientales, microorganismos e insectos, los periodos de alimentación insuficiente y el esquilado en mal momento repercuten también en la calidad de la lana, que se vuelve quebradiza, se tiñe peor o quedan fibras demasiado cortas. La longitud de las fibras es una tarea pendiente, ya que para alcanzar mercados de calidad y altos precios no puede haber fibras menores de 7 cm. En España el problema es, nuevamente, la heterogeneidad: encontramos muy frecuentemente variaciones de longitud de 1 cm entre fibras de un mismo lote, y esto se penaliza en el mercado.

En resumen, para que los precios de nuestra lana suban, los puntos clave a mejorar son:

  • La selección de ejemplares por calidad, cantidad y velocidad de producción de lana, dejando la aptitud cárnica en segundo plano.
  • Las condiciones de cría de los animales, con especial atención a la alimentación suficiente en todo momento y a la protección de la lana de situaciones ambientales adversas.
  • Realizar un esquilado óptimo, que requiere la formación de esquiladores profesionales, y esquilar en el momento preciso, guiándonos por la largura de la lana más que por la época del año.
  • Fomentar la fabricación y el consumo de prendas de lana de calidad, fabricadas con el producto nacional.
  • Destacar los valores añadidos de nuestra lana, como la proximidad geográfica a los mercados europeos y las facilidades de comercialización.

Sin embargo, hay que tener muy en cuenta el estado del mercado antes de tomar la decisión de dar un giro de 180º a nuestra explotación. La lana es un tipo de fibra textil que ha bajado mucho en popularidad desde hace años, por lo que, antes de realizar un cambio drástico en la orientación productiva de los rebaños, hay que plantearse la rentabilidad a medio y largo plazo.