El heno es una parte fundamental de la nutrición de los rumiantes. Como animales herbívoros, necesitan consumir una gran cantidad de forraje y este no siempre está disponible en todas las épocas del año o en todas las zonas geográficas. Por eso, la henificación permite suministrar forraje de forma constante a las granjas que lo necesitan.
La henificación es el proceso más antiguo de conservación del forraje que utilizamos desde que comenzamos a domesticar al ganado. La henificación es un método de conservación que se basa en reducir la cantidad de humedad que contienen los vegetales en el momento del corte hasta un nivel inferior al 20 %. De esta manera, se impide que crezcan microorganismos que los puedan estropear, como hongos y bacterias, y se detiene la acción de las enzimas que hacen que se estropee.
A diferencia de otros métodos de conservación del forraje, la henificación consiste en la reducción de la humedad, mientras que el ensilado se basa en la fermentación y acidificación.
Para reducir la humedad de los forrajes frescos, se aplican diversos métodos de secado que obtienen un heno seco. El proceso de obtención del heno sigue varios pasos:
Segado de la hierba. Se realiza de forma mecánica con segadoras que la disponen en hileras, para después recogerlas con máquinas.
Secado. Para que sea más eficaz, consta de dos fases: primero se expone al sol, que lo deshidrata, y después se completa en un henil para que termine de secarse. En los lugares con mucha humedad o lluvia muy abundante, se puede realizar en secaderos industriales.
Compactación. El heno es más manejable y se conserva y almacena mejor si se comprime eliminando el aire que hay entre las briznas y se le da forma de paca o bala mediante una rotoempacadora.
Conservación. El heno dura una o varias temporadas si las condiciones de temperatura y humedad son adecuadas, manteniéndolo apilado en una nave techada con buena ventilación.
Utilizar la henificación tiene ventajas para las granjas de rumiantes:
Es una fuente económica de forraje, por detrás del pastoreo.
Garantiza la disponibilidad de forraje durante todo el año en las granjas, cuando no está disponible en el pastoreo por condiciones climatológicas o por estar los animales en estabulación permanente.
Aporta fibra larga a la ración para mantener la buena salud digestiva del ganado.
El valor nutricional del forraje se conserva muy bien con la henificación, pero su calidad es variable y depende de diversos factores:
La especie vegetal que lo compone.
Madurez de la planta en el momento del corte.
Longitud de corte o picado.
Cantidad de tallos y hojas verdes que contiene.
Tipo, intensidad y duración del secado.
Conservación durante el almacenado.
El heno contiene nutrientes esenciales para el ganado:
Es una fuente de fibra larga para estimular la rumia.
Contiene hidratos de carbono estructurales, como la celulosa, la hemicelulosa y la lignina, que fermentan en el rumen durante la digestión microbiana.
Es una fuente de proteína de calidad, especialmente las leguminosas.
Aporta vitaminas y minerales.
El heno es un componente valioso de la granja, y se debe conservar con esmero para evitar pérdidas durante el almacenamiento, especialmente en estos tiempos en los que el precio del heno ha aumentado notablemente.
En las granjas se debe destinar un espacio adecuado a la conservación del heno, en un henil techado y bien ventilado que evite que crezcan hongos y mohos que lo estropeen o que puedan provocar enfermedades al ganado.
Es fundamental evitar que el heno se moje, sobre todo porque si fermenta la zona interna de las pacas, aumenta la temperatura y se corre un alto riesgo de incendio del henil y de la granja.