Juntos, más allá de la salud animal

2.700.000 desempleados, pero en las granjas hay falta de mano de obra

Escrito por Equipo Ceva Salud Animal | Jul 25, 2023 7:42:00 AM

En la actualidad, el sector primario se enfrenta a una situación insólita: a pesar de la elevada tasa de paro en nuestro país, especialmente entre los jóvenes (en torno al 30%), los ganaderos y agricultores se encuentran con una falta de mano de obra. Este fenómeno plantea importantes interrogantes sobre las preferencias laborales de la nueva generación y las causas subyacentes de esta falta de interés por una profesión arraigada en nuestras tradiciones. ¿A qué se debe esta situación?

Las causas de la falta de mano de obra tienen un origen social, cultural y económico

En primer lugar, la lejanía de bastantes zonas rurales de los servicios esenciales (colegios, hospitales, tiendas, ocio…) disuade a muchos. En algunas comarcas, las malas carreteras dificultan y alargan aún más los trayectos. Este problema suele ser menor en regiones con alta densidad de granjas intensivas y mayor en las explotaciones extensivas, que por definición deben estar ubicadas cerca de amplias extensiones de terreno donde los animales puedan pastar.

En segundo lugar, la población general carece de un mínimo de formación, no solo sobre la realización de las labores más técnicas de la explotación, sino también en cuanto al simple contacto con los animales y el mundo rural. El estilo de vida urbano, haber vivido siempre en ciudades o pueblos grandes industriales hace que mucha gente no tenga ni una remota idea de cómo aproximarse a un empleo de este tipo.

Relacionado con lo anterior, está el desconocimiento sobre lo que supone el trabajo en el campo hoy en día. Según expresa Mercedes Cruzado, ganadera asturiana, la mayoría de labores más arduas se realizan con maquinaria, y el trabajo de la persona que está con los animales es de supervisión y algunas acciones concretas, como ayudar en los partos, recoger a los animales en su establo al final del día, revisiones sanitarias… No es como hace 50 años, que era un trabajo más sacrificado y extenuante.

Desde el punto de vista cultural, encontramos la preferencia por la vida en la ciudad. Desde hace décadas, mucha gente que ha nacido y se ha criado en zonas rurales desea abandonarlas, contribuyendo a la despoblación. En algunos casos son los propios ganaderos mayores los que animan a sus hijos a estudiar e irse del pueblo, ya que consideran que los sueldos de la ganadería y la agricultura no están a la altura del esfuerzo.

Por último, no podemos ignorar el componente económico. Los salarios son, por lo general, bajos, ya que la poca rentabilidad de la mayoría de explotaciones no permite más. Asimismo, las condiciones laborales que se ofrecen (beneficios, vacaciones, horarios…) son peores que las de la mayoría de trabajos urbanos, que además suelen estar mejor pagados; sin embargo, también los gastos de vivir en la ciudad son mayores.

La falta de mano de obra tiene consecuencias indeseadas

La consecuencia de todo este fenómeno es la desaparición de las granjas. En el caso de sectores como el ovino y caprino de carne, muchos ganaderos están echando el cierre debido a que no encuentran trabajadores, y esto supone que ellos no puedan descansar nunca. Más adelante, cuando los ganaderos que quedan se jubilen, tampoco habrá reemplazo para sustituirles, ya que menos del 5% de los ganaderos tienen menos de 35 años. Si esto sigue así, España dependerá cada vez más de las importaciones del mercado exterior, con la inseguridad que esto conlleva para el abastecimiento.

Por otro lado, las explotaciones que se lo pueden permitir se ven obligadas a recurrir a una mayor tecnificación que reduzca los procesos realizados por personas. La elevada inversión pone un peso a largo plazo sobre los ganaderos, tanto económico como psicológico.

En sectores ganaderos intensivos más industrializados, como el porcino, la avicultura o grandes granjas de vacuno de leche, es algo más fácil encontrar trabajadores, ya que las condiciones de trabajo se parecen más a las de una fábrica: horarios definidos, tareas concretas, turnos, vacaciones, incentivos por productividad, no pasar horas a la intemperie… El conflicto entre lo que es más sostenible desde el punto de vista ecológico y de reparto de la riqueza (granjas más extensivas y de tamaño más pequeño) y lo que es mejor para las personas que trabajan contratadas (granjas grandes más intensivas) es, sin duda, un interesante objeto de debate político y social.

Muchas explotaciones recurren a la tecnificación para paliar la falta de mano de obra.

¿Cómo se puede solucionar la falta de mano de obra en la ganadería?

Los cursos de capacitación de trabajadores para personas en paro, las actividades divulgativas para niños y jóvenes que los aproximen al sector y desmientan las ideas negativas preconcebidas que pudieran tener sobre el campo, y la formación de los ganaderos en la gestión de equipos, son algunas medidas que las administraciones pueden tomar para mejorar el estado del sector y la empleabilidad.

Una de las soluciones es aumentar el precio de venta de los productos, para que los ganaderos y agricultores puedan ofrecer mejores condiciones a sus empleados. La diferencia entre el precio de venta en origen y lo que paga el consumidor final cada vez se hace más grande.

Una alternativa a la contratación de empleados a tiempo completo son los servicios de sustitución. Una cooperativa o grupo de socios contrata a personas que van rotando entre explotaciones para que los ganaderos o trabajadores habituales puedan cogerse vacaciones. Es una manera más barata de mejorar su calidad de vida, en granjas en las que esa persona extra no sea necesaria todo el tiempo. En Francia, por ejemplo, es un sistema muy utilizado, y en España está instaurado sobre todo en Cataluña.

Para acabar, una reflexión: muchos de nuestros padres o abuelos dejaron atrás sus pueblos de nacimiento para trabajar en las ciudades en expansión, donde los salarios eran superiores y la modernización y la tecnología estaban al alcance de la mayoría. Hoy en día, parece que se está llegando a un punto de inflexión, en el que la vida en las ciudades está dejando de ser una opción deseable para muchas personas: el estrés, la superpoblación, la contaminación, los precios de la vivienda, la falta de espacio… Esto, sumado a la llegada de la tecnología a los pueblos y la opción del teletrabajo, puede que lleve a un éxodo inverso: que la gente abandone las ciudades y vuelva al campo, encontrando en la agricultura o la ganadería una opción laboral interesante.