El periodo del periparto, que abarca desde las tres semanas antes del parto hasta las cuatro semanas posteriores, es la fase más complicada del ciclo productivo de las vacas lecheras. La cetosis en vacas es una de las enfermedades más comunes de este momento y causa grandes pérdidas económicas, debidas a la caída de la producción y a los costes de tratamiento.
La cetosis es una enfermedad metabólica de las vacas lecheras de alta producción que aparece con más frecuencia al inicio de la lactación, cuando las necesidades de energía de los animales son muy altas y no son capaces de compensarlas con la que aporta la ración. Por tanto, las vacas entran en balance energético negativo y movilizan sus reservas de grasa corporal. La consecuencia es la pérdida de condición corporal y la acumulación de cuerpos cetónicos, que son tóxicos para el organismo.
La cetosis se debe a un desajuste entre los niveles de energía que ingieren las vacas con la ración y sus necesidades. Las razones por las que esto sucede son variadas:
Las raciones formuladas no tienen capacidad para satisfacer las necesidades de energía de las vacas al inicio de la lactación.
Si se dan otras enfermedades del periparto (mastitis, metritis, retención de placenta, entre otras), las vacas son más propensas a la cetosis porque sus necesidades aumentan.
Las vacas lecheras son muy sensibles a las altas temperaturas y, si sufren estrés por calor, la frecuencia de cetosis aumenta.
Las vacas con exceso de condición corporal en el momento del parto tienen más riesgo de padecer cetosis, ya que la cantidad de grasa corporal que movilizan es mayor.
Para producir leche al comienzo de la lactación, las vacas necesitan altas cantidades de energía, que exigen un alto consumo de glucosa que se destina a la síntesis de lactosa en la ubre.
Si la vaca no ingiere suficiente energía, se produce una bajada de la concentración de glucosa en la sangre. Para tener energía, la vaca moviliza las reservas energéticas de su organismo en forma de cuerpos cetónicos. Los cuerpos cetónicos son productos de desecho del metabolismo de las grasas; los principales son el ácido acetoacético, el ácido beta hidroxibutírico y la acetona.
La cetosis que provoca síntomas se llama cetosis clínica. Es importante reconocerla porque supone la punta del iceberg de la presencia de cetosis en la granja, ya que indica que hay casos de cetosis subclínica que no se detectan por los síntomas, pero que están presentes y causan pérdida de producción.
Los síntomas de la cetosis clínica en las vacas muestran:
Vacas decaídas reacias a levantarse que comen menos.
Pérdida de condición corporal en poco tiempo.
Bajada brusca de la producción de leche.
Otras enfermedades del periparto.
En casos graves, síntomas neurológicos (ceguera, incoordinación, salivación, agresividad, mugidos).
Para detectar los casos de cetosis, se emplean métodos como la medida sistemática de cuerpos cetónicos en muestras de leche u orina con tiras reactivas, pero también hay lectores que miden los cuerpos cetónicos en la sangre.
Los casos de cetosis en vacas se tratan dando a los animales propilenglicol por vía oral y la vitamina B12 también está indicada. Los casos más graves se tratan inyectando glucosa intravenosa.
Las medidas de prevención de la cetosis bovina incluyen:
Aplicar programas de detección continua de casos de cetosis durante las dos primeras semanas de la lactación.
Evitar la aparición de otras enfermedades del periparto con un buen manejo.
Vigilar la condición corporal de las vacas durante el periodo seco para que lleguen al parto con una puntuación ideal de 3.
Controlar el estrés durante el parto. Las instalaciones deben estar correctamente diseñadas para cumplir con las recomendaciones de bienestar animal o lo que se conoce como cow comfort.
Revisar las raciones con un nutrólogo para asegurarse de que se cubren adecuadamente las necesidades de las vacas.