Las vacas lecheras de alta producción necesitan un alto aporte de energía en la ración que cubra sus necesidades de mantenimiento y de producción de leche. A menudo, lograr el equilibrio entre la energía aportada, las condiciones de manejo y el ambiente del rumen es complicado en estas vacas, que por su alta tasa metabólica tienen tendencia a padecer enfermedades metabólicas del periparto.
A grandes rasgos, la acidosis ruminal se produce porque el pH del rumen se vuelve más ácido.
Una manera de aportar energía fácilmente disponible para las vacas de alta producción es añadiendo hidratos de carbono de fermentación rápida, como el almidón. De esta manera, la microbiota del rumen los utiliza para el metabolismo de la vaca.
Sin embargo, cuando el equilibrio entre los hidratos de carbono y otros componentes de la ración no es el adecuado, o tampoco se correlacionan con las necesidades de las vacas porque aparecen otros factores que alteran su estado (estrés por calor, cetosis, dificultades en los partos, etc.), la cantidad de ácidos grasos volátiles y de ácido láctico que se produce en el rumen se eleva. Esto hace que el ambiente del rumen sea más ácido y, por tanto, se desarrolla la acidosis ruminal.
Anteriormente, la acidosis láctica también se producía por suministrar una sobrecarga de hidratos de carbono, principalmente en forma de concentrado, en los momentos de mayor demanda de energía.
Si se trata de una acidosis láctica, que en las explotaciones actuales se suele producir por accidente, se observarán vacas afectadas que tienen timpanismo, falta de apetito, descenso brusco de la proporción de grasa en la leche o de la producción, o algunas incluso pueden padecer una enfermedad aguda con entrada de bacterias y toxinas en la circulación sanguínea, y la muerte.
La forma más frecuente en la actualidad es la acidosis ruminal crónica. Los signos que se pueden observar si una explotación lechera tiene este problema son los siguientes:
El porcentaje de grasa en la leche está por debajo de lo deseado y es muy difícil subirlo.
Los casos de cojeras debidos a laminitis son frecuentes.
En ocasiones se detectan casos de ruminitis crónica con atrofia de las papilas, abscesos hepáticos o neumonía crónica, principalmente en el matadero, o en alguna vaca que muera de forma inesperada en la granja.
La producción de leche desciende de forma gradual, o sufre fluctuaciones.
Algunas vacas tienen episodios de diarrea.
Aumentan los casos de desplazamiento de abomaso.
La primera medida práctica para detectar la acidosis ruminal en una explotación lechera es observando si hay signos en los animales que podrían hacer sospechar de la presencia de esta afección.
Otros métodos para analizar la situación y determinar si estamos ante un problema de acidosis ruminal se pueden ver a continuación:
Medir el porcentaje de grasa en la leche y observar si hay una evolución descendente.
Extraer líquido ruminal de varias vacas mediante punción, medir el pH, estudiar la capacidad de sedimentación, y evaluar la salud de la microbiota del rumen con la prueba del azul de metileno.
La primera medida correctora a aplicar en la granja es revisar la formulación de la ración y ajustarla para que cubra correctamente las necesidades de las vacas. En algunos casos, se pueden añadir ingredientes que amortigüen el pH del rumen, como el bicarbonato sódico y el carbonato cálcico. La adición de microorganismos que equilibran la microbiota ruminal, como las levaduras, también puede ser de ayuda.
En el caso de que haya vacas con síntomas de acidosis, se puede ayudar a que se recuperen retirando o reduciendo el concentrado de la ración y aumentando la cantidad de forraje y, en algunos casos, realizando una transfusión de líquido ruminal extraído de una vaca sin acidosis.