La evolución ha preparado el estómago de las vacas para una alimentación basada en forrajes verdes. Cuando hay un excesivo aporte de concentrado en la dieta se puede producir una acidosis láctica. Debido a las exigencias productivas, que requieren dietas altamente energéticas, con gran proporción de concentrados, esta enfermedad es muy común en el ganado bovino.
La acidosis ruminal láctica es un proceso de desequilibrio en las poblaciones bacterianas del rumen que comienza con la ingestión excesiva de piensos concentrados, ricos en hidratos de carbono de fácil digestión. Puede ser provocada por un atracón puntual y causar síntomas agudos muy graves, o manifestarse como un proceso crónico subclínico debido a una dieta desequilibrada permanente, causando pérdidas económicas y animales más propensos a otras patologías.
En el rumen se encuentran poblaciones de bacterias capaces de sintetizar ácidos grasos volátiles a partir de celulosa y otros carbohidratos estructurales no digeribles por las enzimas de los animales. En menor proporción, también se encuentran bacterias que fermentan azúcares, proteínas, grasas, etc. (Podemos considerar al rumen como un gran tanque de fermentación).
El pH normal en reposo está en torno a 6,5, y siempre tras la ingesta baja más o menos dependiendo de las características del alimento. Si al rumen entra una gran cantidad de un alimento de fácil digestión (“carbohidratos de fermentación rápida”), como el almidón de maíz, las bacterias que fermentan almidón se multiplicarán exponencialmente y producirán mucha mayor cantidad de lactato, que baja mucho el pH, es decir, el contenido ruminal se hace ácido.
Al ir descendiendo el pH, las bacterias más sensibles irán muriendo, e irá aumentando la cantidad de otras bacterias capaces de sobrevivir en medios ácidos que seguirán fermentando el almidón y produciendo ácidos, bajando aún más el pH en el rumen. Además, el descenso del pH produce estasis ruminal, es decir, cesan los movimientos normales del rumen, impidiendo la digestión correcta del alimento y su tránsito. Los ácidos del rumen también pasan a la sangre, causando acidosis metabólica sistémica y los signos clínicos consecuencia de ella.
Añadido a esto, el lactato y otros ácidos (acético, butírico, etc. que se producen en mayor cantidad que la habitual) son sustancias osmóticas, es decir, atraen agua. Grandes cantidades de agua del organismo de la vaca pasan al rumen, ocasionando al mismo tiempo diarreas muy profusas y acuosas y deshidratación del animal.
En resumen, la acidosis láctica causa deshidratación, diarreas, disminución del apetito, debilidad, ruminitis (inflamación de las paredes del rumen), disminución de la producción láctea y del aprovechamiento del alimento y disminución de la cantidad de grasa en la leche. Además, dependiendo de la gravedad y duración del proceso puede generarse laminitis (inflamación del tejido dérmico de las pezuñas), timpanismo (acumulación de gas, sobre todo metano, en el rumen e incapacidad de salir de él debido a la detención de los movimientos ruminales), abscesos hepáticos (por diseminación de bacterias del rumen a la sangre), toxemia y muerte.
El diagnóstico se realiza basándonos en estos signos clínicos, en la historia clínica (si los signos clínicos aparecen en una parte importante del rebaño o, si se trata de una vaca individual, si ha tenido acceso a grandes cantidades de pienso por un descuido) y en la medición del pH del rumen, que en casos agudos será inferior a 5,5 y en casos subclínicos será menor de 6 en muchos animales.
En el caso de una vaca que sufre acidosis láctica aguda, el tratamiento depende de su gravedad:
En el caso de que varias vacas sufran acidosis láctica subclínica, se recomienda aplicar el siguiente tratamiento para resolver estos casos y prevenir la aparición de otros nuevos:
Fuente: modificado de Marden etal.